"Paesa está protegido"
El ex ministro Antonio Asunción critica la impunidad del antiguo espía
J. M. IRUJO
14 FEB 2010 temas menos importantes y
trascendentes. Este señor ni eso. No ha pisado un juzgado. Tiene un
trato de protección muy extraño. Nadie le llama a declarar. ¡Que le
llamen y le pregunten dónde está el dinero! Que se lo pregunten para que
nos enteremos todos. Porque esta persona lo sabe muy bien".
Asunción recuerda que Manuel Cobo del Rosal, abogado de Paesa, le
anunció hace años una querella por las insinuaciones que hizo su
cliente. "Entonces me amenazó con querellarse contra mí y me ofrecí a
renunciar a mi inmunidad parlamentaria. Le tomé el guante. Me encantaría
que se querellara contra mí porque así nos enteraríamos de muchas
cosas. Paesa de pronto está muerto, luego resucita y vuelve a aparecer. Y
no pasa nada. Mientras tanto la mayoría de los mortales desfilamos por
los juzgados para declarar sobre cualquier cosa. ¿No le parece raro?".
Los fiscales anticorrupción Alejandro Luzón y Daniel Campos, que
investigaron el caso y siguieron la pista del dinero, achacan al Código
Penal antiguo, el de 1973, la suerte de Paesa. "Supuestamente, Paesa
manejó todo el dinero de Roldán cuando éste intentó salvarlo. Actuó como
un blanqueador y su actividad fue impune porque el delito de blanqueo
no se contempló para casos relacionados con corrupción hasta mayo de
1996 y esas conductas eran de los años 1993 y 1994. Se le llamó a
declarar y compareció en los juzgados de la plaza de Castilla, pero no
le pudimos imputar por ese motivo". "Está demostrado que Paesa se
encargó de moverle el dinero y que luego colaboró en su entrega",
apostilla Luzón.
Durante el juicio de Roldán las partes llamaron a declarar a Paesa,
pero el escurridizo ex agente del Ministerio del Interior durante la
etapa socialista no compareció. Envió un fax desde Nueva York en el que
aseguraba que no es residente en España desde 1968 y que le resultaba
"imposible" acudir a testificar por estar "en permanente observación
médico-clínica". Más tarde el tribunal recibió un certificado de un
médico del hospital Americano de París, en Neuilly, en el que un doctor
aseguraba que Paesa se encontraba "grave y con riesgo de suicidio", por
lo que había ingresado en la clínica francesa Ville de Bouzin. Ese mismo
día este periódico comprobó que Paesa no se encontraba ingresado en el
centro.
En julio de 1998, Paesa se superó a sí mismo y escenificó su propia
muerte. Su hermana María, funcionaria del Congreso de los Diputados,
insertó una esquela en EL PAÍS en la que se anunciaba el fallecimiento e
incineración de los restos de su familiar en Tailandia. La policía
certificó que se trataba de otra representación teatral del hombre que
había puesto a salvo el patrimonio robado por Roldán.
La nueva desaparición de Paesa no era baladí. Una juez acababa de
imputarle por encubrimiento del dinero de Roldán y estaba en búsqueda y
captura. Su fotografía aparecía en los archivos de Interpol. Tenía que
esfumarse si no quería acabar en la cárcel junto a su cliente. Paloma
García, titular del Juzgado de Instrucción número 17 de Madrid, le
embargó 522.800 euros depositados en una de sus cuentas suizas bloqueada
anteriormente por el juez Paul Perraudin, el magistrado que colaboró
con las autoridades españolas en el esclarecimiento del caso Roldán. El
dinero figuraba a nombre de la sociedad Finser Investment Ltd. y en la
misma tenían firma sus sobrinos Alfonso y Beatriz García Paesa. La
cantidad bloqueada había llegado hasta Suiza mediante dos cheques
nominativos procedentes del Aresbank de Madrid, en junio de 1994, meses
después de que Roldán escondiera en esta entidad sus 10 millones de
euros ocultos en Ginebra y desaparecidos finalmente en Singapur. La
Fiscalía interpretó que ése era el pago del ex jefe de la Guardia Civil a
Paesa por sus servicios, pero Luzón destacó en su escrito que no se le
podía imputar por blanqueo porque los hechos eran anteriores a 1995 y
hasta entonces ese delito sólo se contemplaba para los casos de tráfico
de drogas.
Entonces pareció que la suerte de Paesa se acababa. Pero desde 1999,
en que Interpol lo incluyó en la lista de los buscados, hasta marzo de
2004, en que su caso prescribió, se lo tragó la tierra. Cinco años sin
caer en las garras policiales, sin un tropiezo en controles, fronteras o
aeropuertos. Viviendo en París, su primera mujer era francesa y es la
ciudad de sus sueños, sin cometer errores ni exponerse demasiado.
Utilizando cualquiera de las múltiples identidades que ha usado en su
agitada vida de vendedor de armas, representante consular de países
africanos, banquero frustrado en Ginebra con su quebrado Alpha Bank y
amante de señoras de postín como Dewi Sukarno, la viuda del ex
presidente de Indonesia.
"No se le localizó", recuerda el fiscal Campos. "No se le pudo
capturar cuando estaba en búsqueda y captura", asegura el comisario
Rafael Bermejo, el hombre que negoció con él en París la entrega de
Roldán cuando éste se dio a la fuga.
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