13 feb 2011

Jiddu Krishanamurdi

Jiddu Krishnamurdi 1895 a 1986

La libertad sin fronteras.

Trató de despertar la conciencia del hombre a su propia libertad interior, una libertad que sólo se puede conseguir mediante la profunda investigación de lo que es verdadero.

Escribió: Yo sostengo que la verdad es una tierra sin caminos y que no es posible acercarse a ella por ningún sendero, por ninguna religión, por ninguna secta......,
La verdad, al ser ilimitada, incondicionada, inabordable por ningún camino, no puede ser organizada; ni tampoco puede formarse institución alguna que conduzca o fuerce a la gente a marcharse a través de un predeterminado sendero.....
Esto es lo que se suele hacer: La verdad se convierte así en un juguete para los débiles, para los que se hayan momentáneamente descontentos. Pero la verdad no puede rebajarse; es precisamente el individuo el que debe hacer el esfuerzo de llegar hasta ella, hasta la verdad.
“Insistía, si se crea una organización para este propósito, se convierte en muleta, en una debilidad, en una servidumbre que mutila forzosamente la individuo y le impide crecer, establecer su unicidad que descansa en el descubrimiento que haga por sí mismo de esta Verdad absoluta en incondicionada”.
La libertad de ser libre no procede de fuera, de un maestro, de un guía espiritual, ningún hombre puede ser libre desde fuera, ningún culto organizado puede hacernos libres, desde fuera, ni siquiera la propia inmolación por una causa puede conseguirlo, sólo uno mismo es capaz de conquistar la libertad, sólo se conseguirá si el hombre llega a comprender realmente y, en consecuencia , es capaz de vivir en lo eterno y superar lo relativo, la libertad es consustancial con lo sistémico y no es relativa, o se es o no se es.
Escudriñemos un poco más, el GAL, y el 11 M, Felipe Glez y Rubalcaba, comisaría de Santa Eugenia, la Mochila y quién la cogió, y porqué aparece el nombre del que estuvo de observador en la reunión de Ginebra, "Casualidad o simple continuidad".
Ya hay algún medio de comunicación que tiene un documento sonoro crucial que pondrá sobre la mesa la realidad de asuntos que muchos reptiles se han encargado de obviar o de desviar, la realidad es que a pesar del viento nuestro barco marcha a todo vela a favor del viento y con la brújula en su punto, las acciones gravísimas cometidas contra toda la ciudadanía propias de personajes sin escrúpulos de responsables polìticos que por mantenerse en el poder, fueron capaces de utilizar todo incluso vulnerar los derechos humanos más básicos; personajes que están en la esfera pública a pesar de no tener ni la conciencia ni las manos limpias.

La copla de los GAL: de por qué la gente quiere enterarse
La gaceta.

El ex presidente del Gobierno Felipe González sigue despertando los fantasmas del pasado. ¿Por qué ahora Amedo pretende reabrir la herida de los GAL? Porque nunca se cerró. Los españoles seguimos sin conocer la verdad de los policías que participaron en los GAL .

Felipe González continúa despertando los fantasmas del pasado. Una vez más, sin que nadie lo invite a la fiesta, en una nueva entrevista se introduce por los procelosos senderos de la guerra sucia y dice que él habría matado a los asesinos del atentado de Hipercor. Ésa es una rabieta de salón reservada a cualquier ciudadano de a pie pero no a un ex presidente que estuvo al frente del Gobierno más de 13 años y fue señalado como la X de los GAL.
Si González insiste en seguir por esa línea reivindicativa, lo tiene fácil: presentarse en la Audiencia Nacional y declarar ante los magistrados todo lo que sabe sobre ETA y la génesis de los GAL.
Como ha hecho el policía José Amedo.
El ex subcomisario, que pagó con la cárcel su entrega a la política antiterrorista de los Gobiernos de González, ha pedido su comparecer ante los jueces para testificar en el último sumario que sigue abierto sobre los GAL. Pero, después de varios meses, sigue pendiente de una respuesta oficial de la Presidencia de la Audiencia Nacional.
Tiene gracia. Un ciudadano, que ya ha cumplido todas sus causas pendientes con la Justicia
y que no pide ningún privilegio judicial, llama a la puerta de la verdad y, en lugar de ser recibido con los brazos abiertos, recibe el mismo trato que un apestoso. “Este tipo, cuanto más lejos, mejor”. La mayoría de los magistrados apuesta por el perfil plano, pero, en el caso GAL, si no se apuesta con redaños, le toman a uno el pelo. Y si no que se lo pregunten a aquellos fiscales y jueces, como Ignacio Gordillo y Javier Gómez de Liaño, que soportaron en sus carnes todo el peso de la venganza del poder político por atreverse a limpiar la cal viva.Muchos de ustedes se preguntarán: ¿Por qué Amedo pretende ahora reabrir la herida de los GAL? Porque nunca se cerró y es higiénico para un país que las páginas de su historia reciente no se escriban en blanco. También está en su derecho: si participó en aquellos escuadrones de la muerte fue porque se lo pidió su Gobierno.
Eso es lo que el policía contestó al ministro Pérez Rubalcaba, cuando éste lo llamó delincuente, esgrimiendo en su defensa que cuando se sentó en el banquillo lo hizo siguiendo las directrices y estrategia del Gobierno socialista. Pero los españoles seguimos sin conocer la verdad absoluta de Amedo y del resto de los policías que participaron en los GAL.
Primero, porque desde el inicio de las investigaciones el subcomisario de Bilbao se sometió a la versión del Gobierno, negándolo todo, actitud que también le favorecía a él, hasta que fue condenado a 108 años, y después porque es libre de hacer lo que le plazca. Incluso aunque esa libertad pueda estar preñada de rencor o venganza. La frase lapidaria de las novelas negras de que la venganza es un plato que se sirve frío es tan lícita como entendible en el caso de Amedo.
¿Cómo reaccionaría usted si un día su Gobierno le pide que tire del carro para acabar con ETA y le convence de que la mejor solución es el tiro en la nuca, como hacen los terroristas, después un juez lo detiene y lo mete en la cárcel, un tribunal lo condena a 108 años de cárcel, soporta el oprobio popular, le promete el indulto para que se coma el marrón y luego se lo escamotea, le abre una cuenta millonaria con fondos reservados en Ginebra y más tarde se la birlan, le retiran todos sus derechos como ciudadano y, para colmo, cuando está rehaciendo su vida, llega un ministro, con quien encubrió durante años codo con codo la responsabilidad socialista en los GAL, y le llama delincuente?
Amedo ni es una ursulina ni un querubín y su participación en la guerra sucia contra ETA fue aseverada con abundantes pruebas, cuestión que él tampoco niega, pero resulta poco gratificante que uno de los suyos –copyright, Uno de los nuestros, de Scorsese– , a quien ha ayudado a sortear la verdad, le llame delincuente desde la atalaya de la dignidad. ¡Manda huevos! -copyright, Federico Trillo–. Rubalcaba poco o nada tuvo que ver con el huevo de la serpiente de los GAL, pero sí tuvo que verlo todo con la operación de encubrimiento desplegada desde La Moncloa entre 1993 y 1996.
Que se lo pregunten a dos funcionarios del Cesid, ahora CNI, al comandante Jambrina y al general Madrigal. Primero a Jambrina,
el fustigador de Perote, que departía asiduamente con los responsables del gabinete de crisis del palacio presidencial. Un palacio del siglo XVII, reconstruido por los condes de Monclova donde habitan los espíritus y fantasmas acumulados durante tres siglos. Debajo de las alfombras, hoy día todavía pueden encontrarse restos de ectoplasmas felipistas.
De aquel comité de sabios monclovitas surgió la brillante idea de enviar a la cárcel de Guadalaja las cámaras de TVE para que Julián Sancristóbal sobreimpresionara la X de los GAL con una supuesta Z, responsable de un supuesto complot político. Aquella mamarrachada ocupó la apertura del telediario de las nueve de la noche por decisión de María Antonia Iglesias, entonces directora de los Informativos de la televisión pública.Poco duró tan endeble argumento porque Sancristóbal optó por disparar hacia arriba y acusar a Vera y Barrionuevo de estar al tanto y autorizar el secuestro de Marey. El ex director de la Seguridad del Estado renunciaba a ser otro chivo expiatorio y a ser engullido por la razón de Estado. El scoop televisivo quedó registrado en las videotecas como uno de los sucesos más deleznables en la historia de la televisión.Pero los cañonazos monclovitas no terminaron ahí. Poco después, TVE le cedió una cámara a Narcís Serra para que zarandeara a su antojo a los periodistas que habían desvelado las escuchas del Cesid. Según el vicepresidente, otro de los integrantes del gabinete de crisis, todo se debía a una confabulación de los reporteros, pero semanas después se vio obligado a dimitir, junto con el ministro de Defensa, García Vargas, y el director de los Servicios Secretos, Emilio Alonso Manglano. Estaba claro que todos ellos se veían desbordados por el peso de las pruebas acumuladas por los reporteros de investigación.
El propio Amedo, que siempre tuvo muy presente aquel aserto de Napoleón III de “quien sirve a un Estado sirve a un ingrato”, también guarda un amplio dossier, epistolar y sonoro, sobre los desechos de los GAL. Uno de ellos es una lista con los nombres de todos los generales de los grupos antiterroristas, que, ya en 1994, se lo facilitó al entonces notario mayor del Reino Juan Alberto Belloch, pero que no figura en ninguna causa judicial abierta contra los GAL.
Por no aparecer no aparece ni en el expediente iniciado por el juez de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón, contra altos cargos de Interior. Amedo ha comentado a sus allegados que el magistrado, en su día, no quiso saber nada de aquella lista. Creo que coincidió con el viraje político del superjuez, cuando decidió presentarse a las elecciones generales como número dos de la lista de González.
En aquella época pude echarle un vistazo a aquel documento que Amedo puso en manos de Belloch para recordarle que su Gobierno había contraído el compromiso de concederle el indulto, pero tengo el convencimiento de que jamás fue incorporado a ninguna causa judicial. Pero ahora sí podría ser adjuntado a ese maldito sumario que sigue abierto en la Audiencia Nacional.
El añorado Manuel Vázquez Montalbán en el prólogo “Viaje a la cheka democrática”, del libro El origen del GAL, que firmé a medias con Antonio Rubio, mantiene: “... el intelectual orgánico colectivo del PSOE se negó a hacer lo que hubieran necesitado realmente la izquierda y la sociedad democrática en su conjunto: una autocrítica de la evidencia de que la democracia española había construido sus chekas y en ella se había torturado y asesinado”.
Y concluye: “...
conduce a la pregunta, todavía sin contestar, de por qué el Gobierno de Felipe González ascendió a general al coronel Rodríguez Galindo y, como en la copla de la Piquer... del porqué de este porqué, la gente quiere enterarse”.