16 mar 2009

la casta política reunida para vivier a cuenta de la cosa pública.


El Clan de La Finca
La Finca, Pozuelo, Reebok Sport Club, Urretxu, El Zoco
Ana I. Gracia / Sandra Remón.- 14/03/2009
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Es una ciudad blindada. Seguramente, la localidad más cara de España por metro cuadrado. Allí comparten barrio Francisco Correa, Juan José Güemes, consejero de Sanidad de la Comunidad, el juez Garzón, el torero Francisco Rivera o el delantero Raúl. Sudan en el mismo gimnasio, el segundo más grande de Europa. Comen en Urretxu, restaurante conocido por su jamón y su buena bodega. Calidad de vida, tranquilidad y dinero, sobre todo dinero. Para vivir en el estudio más modesto no se paga menos de 1.300 euros. La Finca, la urbanización más exclusiva de Pozuelo de Alarcón (Madrid), era un remanso de paz hasta que la pasada semana un volcán político entraba en erupción y el alcalde, Jesús Sepúlveda, dimitía de su cargo. El rumor corría como la pólvora de unos vecinos a otros: el Jaguar que tan flamantemente había estado luciendo el alcalde se lo había vendido Correa, imputado en el caso Gürtel y actualmente en prisión.

La Finca es una urbanización de lujo y también una soup opera en toda regla. La ideó Luis García Cereceda, inmobiliario, dueño del restaurante Zalacaín e íntimo amigo de Felipe González, el ex presidente del Gobierno que sigue comprando sus trajes de chaqueta en el Big Ben del Zoco de Pozuelo, el centro comercial que más elegancia derrocha en la localidad. Allí no se estila ni Zara ni Mango. Sus tiendas son Business Class. Hasta Paz Vega ha montado su propio negocio por cuyo escaparate se pasean periodistas como Cristina Tárrega, famosos sin oficio definido como Gonzalo Miró y personalidades con título como su chica Eugenia, hija de la Duquesa de Alba.

En el Reebok Sport Club aparcan los Cayenne, los BMW serie siete y algunos otros coches que no se encuentran ni en los concesionarios de lujo. A mediodía, se llena hasta la bandera de los vecinos de ‘clase media’: aquellos que han pagado 500 euros de matrícula y sueltan 130 euros mes a mes. Los 25.000 metros cuadrados que ocupa el complejo son, los fines de semana y las primeras y últimas horas del día, para los clientes más chic: esos que parecen haber pagado por ocultar sus nombres de las fichas y los mismos que, cuando pasan el control de seguridad, tienen que cantar su número de socio para poder entrar en el complejo. Ahí sí que son como todos.

En ese mismo espacio queman calorías personajes públicos como Raúl, delantero del Real Madrid, jugadores de baloncesto, políticos y estrellas mediáticas. No tienen ni que salir del complejo para cortarse el pelo, acudir a sesiones de fisioterapia, de psicología y de nutrición y estética. Pueden hasta pasar la revisión médica y comprarse el modelito sport si se les olvidó en casa. Es caro, pero un capricho nada excesivo para los pozuelenses si se revisa su renta per cápita, una media de 30.000 euros, la más alta de la Comunidad de Madrid según el Instituto de Estadística.













No hace falta que el guardaespaldas les acompañe al AC La Finca, el hotel donde se han cocido y donde se han firmado los acuerdos de casi todos los ejecutivos de Microsoft, Orange o Indra, tres de las muchas compañías que conforman el parque tecnológico empresarial de la zona. Está tan cerca del gimnasio que los más listos aparcan sus cochazos en el párking del hotel. Tal vez encuentren sitio porque la crisis se ha colado por las paredes, y este año ya no hay ningún problema para pedir reserva de alguna de las nueve salas de congresos. Puede encontrar sitio incluso para el mismo día. Como regla general, de lunes a miércoles el aforo está completo. A partir del jueves, ni rastro de reuniones ni de ejecutivos bien vestidos. Les salva la ocupación hotelera, que parece pasar por alto el pinchazo del país. María Garaña, presidenta de Microsoft, sigue durmiendo en él con la misma habitualidad que lo hacía antes. También son ‘chicos de la casa’ los rojiblancos de Cerezo, que siguen utilizando el hotel como el epicentro de sus reuniones fijas.

Pozuelo, bajo las riendas de Gonzalo Aguado tras la renuncia de Sepúlveda, está a unos pocos kilómetros de Madrid. Cuando se atraviesa el perímetro invisible de la localidad, no hay sitio para el ruido, la crisis ni el estrés. Eso sí: no hay que olvidar mantener las formas y cuidar la apariencia, su valor más preciado. Aquí se mide quién eres por cuánto tienes. Las mil hectáreas de parques, jardines y masa forestal sólo son un elemento más para bautizar a Pozuelo como un lugar ‘idílico’ para vivir. Calidad de vida personalizada en sus 80.000 habitantes y calidad de vida que se personalizará en los nuevos 40.000 vecinos que no tardarán mucho en plantar su propio imperio.
Eso, si no se echan para atrás ahora que en las altas esferas se cuchichea más de la corrupción que se escondió por las calles de Pozuelo que de la elegancia y el glamour que siempre presumió la localidad. Las apariencias, en este caso, sí que engañan.