24 mar 2010

ESCUCHA ACTIVA

Escuchar activamente no es fácil, pero es necesario para una adecuada comprensión del otro, sobre todo cuando nos quiere contar algo importante: problemas, sentimientos, puntos de vista personales. Vivimos en una sociedad llena de ruidos. Piensa por un momento en la cantidad de ruidos que nos rodean cada día: coches, teléfonos, alarmas, timbres, anuncios. Pero además parece que no sabemos vivir sin ruidos y nos inquieta el silencio: necesitamos poner música o salir donde haya ruido para no sentirnos solos, o para olvidar nuestras preocupaciones e inquietudes, las cuales sentimos con más fuerza cuando no hay ruidos. Además de los ruidos externos, también tenemos ruidos internos: tensiones, problemas, inquietudes, tareas pendientes. Para escuchar activamente a los demás es necesario hacer callar esas voces internas y evitar también que los ruidos externos interfieran el mensaje que nos transmite el otro. Para ello es muy importante estar atentos a las necesidades del otro y buscar un lugar adecuado para escuchar.
Un buen ejercicio para empezar a practicar la escucha activa consiste en ser conscientes de los obstáculos de la escucha para intentar luego evitarlos. Los principales obstáculos a la hora de escuchar se explican en el cuadro siguiente: Obstáculo o filtro Descripción , Ansiedad .Tiene lugar siempre que estamos preocupados por nosotros mismos, por cómo somos recibidos y por cómo tenemos que responder. Hay gente demasiado preocupada por la impresión que causa en los demás, si está bien arreglada, si dice las palabras correctas, y esto le hace estar más pendiente de uno mismo que del otro, al que no escucha bien, claro. Superficialidad manifestado sobre todo en la dificultad a pararse en los sentimientos de los demás. Se tiende a generalizar o a huir de los temas más comprometidos a nivel emotivo. No se personaliza la conversación. Tendencia a juzgar Imponemos enseguida al otro las propias ideas y decimos lo que es justo y lo que no lo es. Es propio de quien dirige su mirada inmediatamente a normas o esquemas personales, a sus ideas religiosas, políticas, éticas, etc., en lugar de centrarse en lo que la otra persona expone. Proyecto: 15 minutos para ser persona lleva a algunos a no permitir que el otro se exprese, que termine a su ritmo sus frases. El impaciente corta enseguida al otro, como adivinando lo que va a decir para enseguida imponer su criterio o decir algo que se acaba de venir a la cabeza. El problema de la impulsividad es que vulnera el “derecho a la palabra” del otro. Pasividad experimentado por aquellos que tienden a dar siempre la razón al otro y están faltos, por tanto, de una capacidad de intervención activa y confrontadora en el momento oportuno, que ayudaría al otro a aclarar sus problemas y le daría la impresión de que le estamos escuchando realmente. El “quien” Significa atender y escuchar más a “quién lo dice”, que “lo que dice”. Normalmente la gente escucha más a los que tienen más autoridad, o a los que son más populares y simpáticos, o a los que nos pueden conseguir algo. Sin embargo, a la gente con problemas, poco simpática o atractiva, poco interesante --generalmente los pobres y marginados, pero también algunos compañeros de clase-- no se le presta mucha atención, no se le escucha. Una vez vistos los obstáculos en la escucha, te invitamos a que junto con un grupo de compañeros busquéis tres estrategias concretas para los tres obstáculos que más os afectan en general a la hora de escuchar a los demás --también al profesor--.