José Luis Méndez
tocó la gloria porque Caixa Galicia era un pilar del gotha galaico (2)
Siguiendo el
relato del post anterior ["¿Por qué ha sido
denunciado José Luis Méndez, ex director general de Caixa Galicia? (1)"], es obligado
subrayar que en un país de Occidente en el que las instituciones y la sociedad
civil funcionaran con mínimo rigor político y económico, el caso Buxeres (1985)
debería haber supuesto el relevo de José
Luis Méndez López como
director general de Caixa Galicia.
Sin embargo, en
la comunidad gallega --al igual que en otros territorios del Estado español--
en los años ochenta la ya consolidada y excluyente élite socio-política y
económica de la comunidad autónoma protegía con interesada eficacia a sus
miembros [el Gobierno
tripartito que presidió el socialdemócrata González Laxe, en el que tenía
presencia el centrismo galleguista de Barreiro Rivas, fue tan breve (septiembre
1987-febrero 1989) que no pudo introducir cambios en esa cúpula], y los sigue
protegiendo cuanto puede, ¡no sea que los prohombres amortizados salpiquen a los que siguen
en el ajo!...
Cuando estalló
el caso Buxeres, entre los más destacados miembros del gotha galaico ya
figuraban José Luis Méndez López y su competidor de la caja del sur, el vigués Julio Fernandez Gayoso (Caixanova); no en vano las cajas
constituían una fuente de financiación fundamental para el PP, el PSdeG-PSOE y
en menor medida y a partir de los noventa, también para el Bloque Nacionalista
Galego (BNG); amén de ser básicas para los negocios y negociados de los
empresarios e inversores que integran el círculo de parientes, amigos, socios,
colegas y conocidos del gotha autonómico.
El pilar
socio-político e institucional de esa élite fue reforzado por Manuel
Fraga Iribarne, que accedió a la presidencia de la Xunta de Galicia al
triunfar en los comicios de febrero de 1989.
Fraga, hábil como pocos, amén de formar un gobierno en el que estaban
proporcionalmente representados los localismos y lo más granado de los
tradicionales círculos de poder clientelar de Galicia, alimentó una excelente
relación con el entonces alcalde ¿socialista? de A Coruña, el coruñesista Francisco Vázquez, que a la
sazón era el barón del PSdeG más sólido y el que poseía mayor capacidad de
influencia en Madrid.
En el otro
pilar de esa élite, el económico, jugaban un rol esencial las cajas de ahorros,
en especial la que tenía sede en A Coruña, con Méndez al frente [en este entramado también era una
pieza de alto valor la Confederación de Empresarios de Galicia (CEG), entonces
liderada por Antonio Ramilo Fernández-Areal, que en el 2001 fue relevado por
Antonio Fontenla Ramil].
Con el viento
de cola, en 1994 los recursos que administraba el buque
insignia del poder financiero gallego, la caja de Méndez [a pesar de su poder y penetración,
el histórico Banco Pastor optó por mantenerse en segundo plano y centró su
acción en el negocio bancario], superaron por primera vez el billón de pesetas y el beneficio ascendió a 17.802
millones.
La estrategia
de Caixa Galicia giraba en torno a cinco ejes:
* Acumular depósitos, sumar más y
más cuentacorrentistas, sobre todo pensionistas y pequeños ahorradores;
* Jugar en el interbancario;
* Mimar las relaciones con el poder
político, granjeándose la amistad del mayor número posible de dirigentes
partidarios e implicarse en todas las iniciativas de la Xunta que fuera posible
(en este campo y en las relaciones vis a vis los rectores de la caja
dispusieron de una herramienta poderosa: conceder hipotecas);
* Financiar empresas y operaciones
del pujante sector inmobiliario gallego, prestando también especial
atención al mercado de las hipotecas;
* Y a partir
del 2001, con la fundación de la corporación
financiera, Caixa Galicia acrecentó su presencia en un amplio abanico de
operaciones, también en la industria, e inició una serie de arriesgadas
incursiones en la montaña de ladrillos que se amontonaban más allá de
Pedrafita.
La gran caja de Occidente...
Al
iniciarse el siglo XXI, en el 2001, la caja de Méndez ya disponía de 656 oficinas y en un escenario de tan fuerte como
temeraria expansión económica, Caixa Galicia confirmó con absurdos alardes su extrema bancarización abriendo legaciones en las principales
ciudades europeas y en varias estadounidenses, además de comprar las oficinas
del Banco Urquijo y ya en el 2006, también las de BNP.
En otoño del 2007, cuando en EE UU estalló
la crisis de los créditos basura (los subprime),
que acabaría desencadenando sucesivos estallidos --incluidas las burbujas
inmobiliaria y bancaria españolas--, Caixa
Galicia estaba presente en todas las provincias de España y en las principales
ciudades de Occidente, pero sus pies eran de barro, como el ladrillo. Y
aunque ahora lo nieguen o callen, todos, absolutamente
todos, los miembros de la élite socio-política y económica de Galicia
sabían con mayor o menor detalle que la gran
caja de A Coruña era poco más
que un hermoso bluf.
Y mañana, en
ImP, más sobre las raíces de la denuncia presentada contra Méndez; pues para
entender el ocaso del que fue uno de los prohombres de Galicia es preciso conocer siquiera
superficialmente el pasado de la gran
caja y cómo y por quiénes fue
encumbrado el gran hacedor…
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