5 jul 2012


José Luis Méndez tocó la gloria porque Caixa Galicia era un pilar del gotha galaico (2)

Siguiendo el relato del post anterior ["¿Por qué ha sido denunciado José Luis Méndez, ex director general de Caixa Galicia? (1)"], es obligado subrayar que en un país de Occidente en el que las instituciones y la sociedad civil funcionaran con mínimo rigor político y económico, el caso Buxeres (1985) debería haber supuesto el relevo de José Luis Méndez López como director general de Caixa Galicia. 
Sin embargo, en la comunidad gallega --al igual que en otros territorios del Estado español-- en los años ochenta la ya consolidada y excluyente élite socio-política y económica de la comunidad autónoma protegía con interesada eficacia a sus miembros [el Gobierno tripartito que presidió el socialdemócrata González Laxe, en el que tenía presencia el centrismo galleguista de Barreiro Rivas, fue tan breve (septiembre 1987-febrero 1989) que no pudo introducir cambios en esa cúpula], y los sigue protegiendo cuanto puede, ¡no sea que los prohombres amortizados salpiquen a los que siguen en el ajo!...
Cuando estalló el caso Buxeres, entre los más destacados miembros del gotha galaico ya figuraban José Luis Méndez López y su competidor de la caja del sur, el vigués Julio Fernandez Gayoso (Caixanova); no en vano las cajas constituían una fuente de financiación fundamental para el PP, el PSdeG-PSOE y en menor medida y a partir de los noventa, también para el Bloque Nacionalista Galego (BNG); amén de ser básicas para los negocios y negociados de los empresarios e inversores que integran el círculo de parientes, amigos, socios, colegas y conocidos del gotha autonómico.
El pilar socio-político e institucional de esa élite fue reforzado por Manuel Fraga Iribarne, que accedió a la presidencia de la Xunta de Galicia al triunfar en los comicios de febrero de 1989. Fraga, hábil como pocos, amén de formar un gobierno en el que estaban proporcionalmente representados los localismos y lo más granado de los tradicionales círculos de poder clientelar de Galicia, alimentó una excelente relación con el entonces alcalde ¿socialista? de A Coruña, el coruñesista Francisco Vázquez, que a la sazón era el barón del PSdeG más sólido y el que poseía mayor capacidad de influencia en Madrid. 
En el otro pilar de esa élite, el económico, jugaban un rol esencial las cajas de ahorros, en especial la que tenía sede en A Coruña, con Méndez al frente [en este entramado también era una pieza de alto valor la Confederación de Empresarios de Galicia (CEG), entonces liderada por Antonio Ramilo Fernández-Areal, que en el 2001 fue relevado por Antonio Fontenla Ramil].
Con el viento de cola, en 1994 los recursos que administraba el buque insignia del poder financiero gallego, la caja de Méndez [a pesar de su poder y penetración, el histórico Banco Pastor optó por mantenerse en segundo plano y centró su acción en el negocio bancario], superaron por primera vez el billón de pesetas y el beneficio ascendió a 17.802 millones.
La estrategia de Caixa Galicia giraba en torno a cinco ejes:
* Acumular depósitos, sumar más y más cuentacorrentistas, sobre todo pensionistas y pequeños ahorradores;
* Jugar en el interbancario;
* Mimar las relaciones con el poder político, granjeándose la amistad del mayor número posible de dirigentes partidarios e implicarse en todas las iniciativas de la Xunta que fuera posible (en este campo y en las relaciones vis a vis los rectores de la caja dispusieron de una herramienta poderosa: conceder hipotecas);
* Financiar empresas y operaciones del pujante sector inmobiliario gallego, prestando también especial atención al mercado de las hipotecas;
* Y a partir del 2001, con la fundación de la corporación financiera, Caixa Galicia acrecentó su presencia en un amplio abanico de operaciones, también en la industria, e inició una serie de arriesgadas incursiones en la montaña de ladrillos que se amontonaban más allá de Pedrafita.
La gran caja de Occidente...
Al iniciarse el siglo XXI, en el 2001, la caja de Méndez ya disponía de 656 oficinas y en un escenario de tan fuerte como temeraria expansión económica, Caixa Galicia confirmó con absurdos alardes su extrema bancarización abriendo legaciones en las principales ciudades europeas y en varias estadounidenses, además de comprar las oficinas del Banco Urquijo y ya en el 2006, también las de BNP.
En otoño del 2007, cuando en EE UU estalló la crisis de los créditos basura (los subprime), que acabaría desencadenando sucesivos estallidos --incluidas las burbujas inmobiliaria y bancaria españolas--, Caixa Galicia estaba presente en todas las provincias de España y en las principales ciudades de Occidente, pero sus pies eran de barro, como el ladrillo. Y aunque ahora lo nieguen o callen, todos, absolutamente todos, los miembros de la élite socio-política y económica de Galicia sabían con mayor o menor detalle que la gran caja de A Coruña era poco más que un hermoso bluf.
Y mañana, en ImP, más sobre las raíces de la denuncia presentada contra Méndez; pues para entender el ocaso del que fue uno de los prohombres de Galicia es preciso conocer siquiera superficialmente el pasado de la gran caja y cómo y por quiénes fue encumbrado el gran hacedor

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