21 feb 2010

El ascenso de Pepiño puede ser su gran tropezón, un hombre como él no es de fiar, siempre al lado del poder y dispuesto a subirse al burro.

Hay que reconocerlo lo está haciendo bien en fomento, ministerio con mayor presupuesto económico de todos, lo está haciendo bien porque el de Palas no es tonto, pelotas y golfo mucho, pero listo un rato. Al lado de tanto incompetente y ciego el turto es el Rey, cuando un gobierno está tan desesperado, que hasta le echa las culpas del malgobierno, y de la crisis a la oposición, deja claro que todos son mediocres y tontos, y lo peor de todo, unos incompetentes de lujo al costarno caro sus tropelías.El de Palas conocido por su residencial en VILLA PSOE, con su Ministerio y con su presupuesto, --No debemos olvidarnos de que Pepiño mueve muy bien su red y sobre todo cuando ve peligrar su estatus o arañar trozos de poder la activa y hoy con mejores resultados debido a su puesto y presupuesto, sin importarle ni las ideas ni sus fraternales compañeros de partido-- se ha apresurado a cerrar cualquier pacto que le garantice su supervivencia y sobre todo su paz en la Isla y para eso está Zarrias-- que tambien tiene un pisito en la urbanización-- y que con otros asuntos, como las cajas para poder pactar sin escrupulos, pasando a ser el bueno de la película --no nos debemos olvidar de cómo son nuestros políticos del signo que sean--. Bueno lo de los controladores, ya debía haberse hecho hace años, pero esto es una insignificancia.El gasto público, es un lastre, el dispendio en sueldos , salarios , dietas, coches oficiales, de parlamentarios inútiles, de asesores multimillonarios, de las ruinas de los ayuntamientos que no tienen dinero para pagar sus nóminas etc, esto si que es una reforma imprescindible, el problema es que este gobierno está ahogado y el tuerto de Pepiño el Rey que con su honradez, nos va a salvar a todos de la crisis que primero negaban y después reconocen, hacendo responsables a otros, esto es como un cuento difícil de creer.
El constante ascenso de José Blanco

La ausencia de De la Vega y Corbacho del triunvirato negociador y el protagonismo creciente del titular de Fomento disparan las especulaciones de una crisis de Gobierno

Autor: Enrique Clemente

María Teresa Fernández de la Vega pierde peso político y Celestino Corbacho queda prácticamente amortizado como ministro de Trabajo. Elena Salgado sale reforzada y, por encima de todo, José Blanco se confirma como el hombre fuerte del Gobierno, la mano derecha del presidente. Paradójicamente, el debate sobre la crisis no sirvió para aportar soluciones, anunciar nuevas medidas o marcar un acercamiento entre los dos grandes partidos tras el llamamiento al acuerdo del Rey, sino para que Zapatero desvelara cuál es la nueva relación de poder en su gabinete y apuntar por dónde puede ir la remodelación prevista para cuando acabe el semestre de la presidencia española de la UE.
La composición de la comisión creada para negociar su paquete de reformas económicas con la oposición, integrada por la vicepresidenta segunda y los titulares de Fomento e Industria, ha disparado las especulaciones sobre una próxima crisis de gobierno.
«El futuro es Pepe Blanco», decía en los pasillos del Congreso el defenestrado Corbacho, ausente de una troika que tiene como uno de sus grandes objetivos fomentar el empleo. Un ministro fuera de juego que, según ha revelado Ignacio Fernández Toxo, ni siquiera lidera el diálogo social, sino que lo hacen Zapatero y Salgado. Pero de hecho, el presente ya es de Blanco.
En solo dos años su ascenso político ha sido constante, desde que fue nombrado vicesecretario general del PSOE, un cargo que no existía desde los tiempos del todopoderoso Alfonso Guerra, y posteriormente ministro, para potenciar políticamente un Gobierno de perfil bajo.
José Blanco lleva varios meses ejerciendo como auténtico portavoz del Ejecutivo y fue él quien anunció dos medidas tan impopulares como la subida de los impuestos -eso sí, para las rentas altas- y la prolongación de la edad de jubilación a los 67 años. También, quien denunció la supuesta conspiración de los mercados contra España. Ahora, tras su designación por Zapatero como factótum político de la comisión, lo ha ascendido sin necesidad de auparlo, todavía, a la vicepresidencia que ostenta Fernández de la Vega.
Desde su llegada al ministerio, el que fuera látigo del PP, el socialista más odiado por la derecha se ha transmutado en un hombre de Estado sensato y con una sorprendente capacidad para dialogar y pactar con los adversarios. De Pepiño ha pasado a ser don José. En este período hasta ha cambiado su aspecto físico: ha adelgazado 12 kilos y cambiado de peinado y de gafas.
Su gestión
En menos de un año ha logrado, entre otras cosas, desbloquear el AVE gallego y meter en vereda a los controladores aéreos, un colectivo con el que nadie se había atrevido hasta ahora. Hasta Esperanza Aguirre, con quien su antecesora había roto relaciones, lo elogia. En cualquier caso, además de repartir estopa al PP, Blanco ya había demostrado sus dotes como secretario de Organización, manteniendo al PSOE unido y coordinando con éxito las campañas electorales.
Es el hombre de moda de la política española. Hasta tal punto que los analistas dan por descontado que será vicepresidente y algunos lo sitúan como sucesor de Zapatero, aunque otros lo ven como candidato a la Xunta. Atrás quedan sus declaraciones, en las que señalaba que sus aspiraciones estaban colmadas y se planteaba dar el salto a la empresa privada. Quienes lo conocen atribuyen su ascenso a tres factores: su habilidad y olfato políticos, su inagotable capacidad de trabajo y su lealtad a Zapatero.

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