"La alegría está en la lucha, en el esfuerzo, en el sufrimiento que supone la lucha y no en la victoria"
Mahatma Ghandi
En este artículo de la Voz, Julio Fariñas hace un histórico sobre el salto de los supuestos contrabandistas de Galicia al Narcotráfico, un buen artículo que no entra en el análisis de la figura de Virgilio --Gobernador Civil de Pontevedra-- y su marcha de ese puesto, aunque todo el mundo prefirió callar, unos por prudencia y otros por ignorancia , todo se debía a mezclar la política con la justicia, fue sin duda un buen ejemplo de lucha contra la corrupción, pero se tuvo que marchar sin poder hacer nada.
historia de la reconversión delictiva en galicia El salto al narcotráfico cumple 25 años
El paso del contrabando de tabaco al tráfico de drogas, que se registró en Galicia a mediados de los ochenta, pudo evitarse si la Justicia hubiese funcionado a tiempo.
En los primeros días de diciembre de 1984, Marcial Dorado Baúlde, quien con solo 34 años ya era el líder de una organización delictiva a la que se le habían acreditado importaciones ilegales de tabaco por importe superior a los cinco millones de dólares, ingresaba en la prisión de Carabanchel. Esta fecha se ha convertido en la referencia para rastrear el origen del salto al narcotráfico de los contrabandistas gallegos, del que ahora se cumplen 25 años.
Días antes se había presentado voluntariamente en la Audiencia Nacional, ante el juez Barcala Trillo-Figueroa, quien ese mismo mes se había hecho cargo del macrosumario 11/84 y había procesado a cerca de un centenar de gallegos acusados del delito de contrabando, y unos cuantos -los jefes-, también de delitos monetarios, por la evasión de divisas para pagar a los proveedores.
Marcial fue el primero que optó por abandonar el voluntario exilio dorado de Valença do Miño en el que se habían instalado los dirigentes de las tres organizaciones contrabandistas de la ría de Arousa -ROS, Marcial y Sito Carnicero-, desarticuladas un año antes tras la macrorredada policial derivada de la investigación ordenada por José Luis Seoane Spiegelberg, que por aquellas fechas acababa de aterrizar en el juzgado de instrucción de Cambados y que en la actualidad preside una de las secciones de la Audiencia Provincial de A Coruña.
El resto de los exiliados no tardaron en seguir su ejemplo. La mayoría pasaron unos meses en Carabanchel, a la espera de que el juez se ablandase y, gracias a los buenos oficios de Pablo Vioque, el abogado de la gran mayoría, dejase las fianzas multimillonarias fijadas inicialmente en unas cuantías razonables, porque, a fin de cuentas, todos eran insolvente s. En Carabanchel casi nadie pierde el tiempo. En los patios de la prisión coincidieron con algunos capos colombianos que por aquellas fechas trataban de abrir nuevos mercados en Europa. El idioma común, la acreditada experiencia de los gallegos en el transporte marítimo de mercancías de alto riesgo y, sobre todo, la disponibilidad de unas infraestructuras que habían quedado intactas después de la redada de diciembre del 83, en la que el principal objetivo habían sido los libros de contabilidad, permite concluir que esos primeros contactos fueron el inicio de una relación que fue a más con los años y que aún perdura. A partir del año 1985 ya todo fue diferente. El contrabando de tabaco quedó en manos de unos pocos que, por cuestión de principios, de pragmatismo u otras razones, no quisieron saber nada de la droga. De los que ya estaban metidos, la mayoría se olvidaron del tabaco. Solo existe constancia de un caso -Sito Miñanco- que siguió utilizando hasta el último momento la cobertura social del tabaco, aunque ya estaba metido de lleno en la droga. Una buena parte de los 94 procesados en el sumario del contrabando como lugartenientes de los capos o como simples distribuidores mayoristas de tabaco aparecieron involucrados en los años siguientes en operaciones de trafico de drogas. Entre los implicados en el sumario derivado de la operación Nécora, abierto por Garzón en el año 1989, eran mayoría los ex contrabandistas.
Los efectos de la desidia
El nuevo Gobierno socialista elegido en 1982 se apresuró a capitalizar políticamente el trabajo judicial y policial que se había empezado desde Cambados y Vilagarcía para erradicar los gérmenes de criminalidad mafiosa que habían aflorado en la ría en los años gloriosos del contrabando.
Virginio Fuentes, el primer gobernador civil socialista de Pontevedra, y Joaquín Bobillo, entonces delegado de Hacienda, se percataron pronto de las dimensiones del problema, pero en Madrid no parecían darse por enterados y los recursos policiales y judiciales siguieron brillando por su ausencia. El macroproceso iniciado por Seoane se fue dilatando año tras año. En junio de 1993, cuando ya había fecha para el juicio del caso Nécora, se señaló la vista oral del tabaco, que, en principio, iba a comenzar dos meses más tarde. Pero, al final, los 600 años de cárcel y 1,47 billones de pesetas de multa que se pedían se quedaron en nada, porque la Fiscalía retiró los cargos alegando que los hechos habían dejado de ser delito después de la entrada en la Comunidad Europea en 1986. ¿Habría llegado el narcotráfico adonde llegó en Galicia si la Justicia hubiese sido más diligente a la hora de actuar con los contrabandistas? Todos los indicadores apuntan a que no.
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