M. ASENJO/ E. ARMORA MADRID/BARCELONA
El curso universitario ha comenzado bajo negros nubarrones provocados por la crisis económica. La ya difícil gestión de unas arcas que no suelen brillar por la sobreabundancia se ve complicada por un periodo donde la amenaza de los recortes suena como un eco en los campus.
Todos los rectores sin excepción se han referido a esta circunstancia en sus discursos de comienzo de curso. Y pese a que las autoridades regionales -también en su mayoría- se han comprometido a no recortar los presupuestos universitarios, la realidad es otra y ya se atisba, e incluso se comprueba, alguna reducción de los fondos, incluso de los ya comprometidos.
Vías de financiación
Las universidades se financian por diferentes vías. Por un lado, la subvención nominativa que reciben de las administraciones y que en el peor de los casos cubre entre el 50 y 60% del capítulo 1, fundamentalmente personal y gastos corrientes. Otras fuente de recursos son las tasas que pagan los alumnos y que no superan el 17% del total. Las universidades también generan recursos mediante convenios y contratos por prestación de servicios y a través de la investigación. Existe otro capítulo cerrado que corresponde a las inversiones y que llegan a los rectorados por la senda de los contratos programa.
En la actualidad, el gasto en universidad apenas supone el 1% del Producto Interior Bruto, mientras que en los países de nuestro entorno es al menos del 1,6%. El objetivo es alcanzar este porcentaje en el menor tiempo pero las previsiones apuntan a la baja.
Y es que las administraciones han hecho llegar a las universidades el mensaje de que «la situación es muy mala y que, por tanto, hay que cortar por todos los lados». Estos recortes podrían hacerse realidad de inmediato en algunas de las autonomías con mayor número de universidades. Es el caso de Madrid, donde se teme que se recorten hasta las partidas ya comprometidas. Se habla de que la subvención nominativa de fechas inmediatas puede ser menor.
Disminuyen los alumnos
Además, y en general, los ingresos por tasas serán también menores, ya que disminuye el número de alumnos. Según los últimos datos estadísticos, en el curso 2006-07 la matrícula en primero y segundo ciclo descendió en un 1,6% y la tendencia se mantiene.
El rector de la Universidad Complutense, Carlos Berzosa, manifestó en la inauguración conjunta del curso en la Comunidad de Madrid que «nos encontramos actualmente ante un difícil escenario nacional e internacional». Y en este contexto pidió «acuerdos que excluyan la Educación de las pugnas partidistas. El sistema de enseñanza español debe ser ambicioso y, por tanto, debe ser un proyecto a largo plazo, con grandeza de miras y con tiempo para desarrollarse».
Los rectores gallegos entienden que el plan de financiación de sus universidades no está bien resuelto, pese al anuncio del Gobierno regional de inyectar once millones de euros en el sistema. Las universidades «no pueden seguir así», ha declarado el rector de Santiago de Compostela Senén Barro, quien ha calificado la situación como «muy grave». Las universidades valencianas tampoco viven en la abundancia, su situación económica es «difícil». La intranquilidad por la situación crece también entre los rectores catalanes que ven como acaba el año y no han recibido la partida adicional que les prometió la Generalitat a finales de 2007 para ayudarles a reducir el déficit y afrontar los cambios que conlleva el Proceso de Bolonia.
Los responsables académicos temen que los 50,9 millones de euros -a repartir entre todos los centros en función de las dimensiones y objetivos de cada uno de ellos- no lleguen este año y se incluyan en los presupuestos de 2009. De confirmarse ese aplazamiento, que algunas fuentes dan por sentado, las cuentas de la mayoría de las universidades, y en especial la de Barcelona (UB) y la Politécnica de Cataluña (UPC) -las dos que acumulan más déficit-, sufrirían un importante «shock» económico.Fuentes de la Universidad Pompeu Fabra (UPF) aseguraron a este diario que «a día de hoy, el centro no ha recibido ninguna partida adicional del Gobierno catalán». Tampoco la Universidad Politécnica tiene buenos augurios al respecto.
En este escenario, la entrada en vigor del Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), el que se inspira en la Declaración de Bolonia, apremia. Las universidades públicas apenas se han atrevido a poner en marcha titulaciones nuevas o adaptadas a las exigencias de ese espacio común. En realidad, sólo la Carlos III de Madrid ofrecerá casi la totalidad de sus estudios conforme al nuevo modelo. Sin embargo, las privadas han sido más atrevidas y ofrecen dos tercios de las 162 títulos valorados favorablemente por la Agencia de Evaluación de la Calidad y Acreditación (Aneca).
El curso próximo (2009-10), las universidades deberán adaptar toda su oferta y en tiempo de ajuste económico, que no de expansión, corren el riesgo de hacerlo sin las garantías suficientes. Como advierte el rector de la Universidad Politécnica de Madrid, Javier Uceda, el cambio de modelo, con una enseñanza más participativa y activa, exige más recursos y«aunque es un camino sin retorno, va a ser difícil afrontarlo sin problemas».
El curso universitario ha comenzado bajo negros nubarrones provocados por la crisis económica. La ya difícil gestión de unas arcas que no suelen brillar por la sobreabundancia se ve complicada por un periodo donde la amenaza de los recortes suena como un eco en los campus.
Todos los rectores sin excepción se han referido a esta circunstancia en sus discursos de comienzo de curso. Y pese a que las autoridades regionales -también en su mayoría- se han comprometido a no recortar los presupuestos universitarios, la realidad es otra y ya se atisba, e incluso se comprueba, alguna reducción de los fondos, incluso de los ya comprometidos.
Vías de financiación
Las universidades se financian por diferentes vías. Por un lado, la subvención nominativa que reciben de las administraciones y que en el peor de los casos cubre entre el 50 y 60% del capítulo 1, fundamentalmente personal y gastos corrientes. Otras fuente de recursos son las tasas que pagan los alumnos y que no superan el 17% del total. Las universidades también generan recursos mediante convenios y contratos por prestación de servicios y a través de la investigación. Existe otro capítulo cerrado que corresponde a las inversiones y que llegan a los rectorados por la senda de los contratos programa.
En la actualidad, el gasto en universidad apenas supone el 1% del Producto Interior Bruto, mientras que en los países de nuestro entorno es al menos del 1,6%. El objetivo es alcanzar este porcentaje en el menor tiempo pero las previsiones apuntan a la baja.
Y es que las administraciones han hecho llegar a las universidades el mensaje de que «la situación es muy mala y que, por tanto, hay que cortar por todos los lados». Estos recortes podrían hacerse realidad de inmediato en algunas de las autonomías con mayor número de universidades. Es el caso de Madrid, donde se teme que se recorten hasta las partidas ya comprometidas. Se habla de que la subvención nominativa de fechas inmediatas puede ser menor.
Disminuyen los alumnos
Además, y en general, los ingresos por tasas serán también menores, ya que disminuye el número de alumnos. Según los últimos datos estadísticos, en el curso 2006-07 la matrícula en primero y segundo ciclo descendió en un 1,6% y la tendencia se mantiene.
El rector de la Universidad Complutense, Carlos Berzosa, manifestó en la inauguración conjunta del curso en la Comunidad de Madrid que «nos encontramos actualmente ante un difícil escenario nacional e internacional». Y en este contexto pidió «acuerdos que excluyan la Educación de las pugnas partidistas. El sistema de enseñanza español debe ser ambicioso y, por tanto, debe ser un proyecto a largo plazo, con grandeza de miras y con tiempo para desarrollarse».
Los rectores gallegos entienden que el plan de financiación de sus universidades no está bien resuelto, pese al anuncio del Gobierno regional de inyectar once millones de euros en el sistema. Las universidades «no pueden seguir así», ha declarado el rector de Santiago de Compostela Senén Barro, quien ha calificado la situación como «muy grave». Las universidades valencianas tampoco viven en la abundancia, su situación económica es «difícil». La intranquilidad por la situación crece también entre los rectores catalanes que ven como acaba el año y no han recibido la partida adicional que les prometió la Generalitat a finales de 2007 para ayudarles a reducir el déficit y afrontar los cambios que conlleva el Proceso de Bolonia.
Los responsables académicos temen que los 50,9 millones de euros -a repartir entre todos los centros en función de las dimensiones y objetivos de cada uno de ellos- no lleguen este año y se incluyan en los presupuestos de 2009. De confirmarse ese aplazamiento, que algunas fuentes dan por sentado, las cuentas de la mayoría de las universidades, y en especial la de Barcelona (UB) y la Politécnica de Cataluña (UPC) -las dos que acumulan más déficit-, sufrirían un importante «shock» económico.Fuentes de la Universidad Pompeu Fabra (UPF) aseguraron a este diario que «a día de hoy, el centro no ha recibido ninguna partida adicional del Gobierno catalán». Tampoco la Universidad Politécnica tiene buenos augurios al respecto.
En este escenario, la entrada en vigor del Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), el que se inspira en la Declaración de Bolonia, apremia. Las universidades públicas apenas se han atrevido a poner en marcha titulaciones nuevas o adaptadas a las exigencias de ese espacio común. En realidad, sólo la Carlos III de Madrid ofrecerá casi la totalidad de sus estudios conforme al nuevo modelo. Sin embargo, las privadas han sido más atrevidas y ofrecen dos tercios de las 162 títulos valorados favorablemente por la Agencia de Evaluación de la Calidad y Acreditación (Aneca).
El curso próximo (2009-10), las universidades deberán adaptar toda su oferta y en tiempo de ajuste económico, que no de expansión, corren el riesgo de hacerlo sin las garantías suficientes. Como advierte el rector de la Universidad Politécnica de Madrid, Javier Uceda, el cambio de modelo, con una enseñanza más participativa y activa, exige más recursos y«aunque es un camino sin retorno, va a ser difícil afrontarlo sin problemas».
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