19 nov 2010


Valor para emprender: coaching

¿Nos preparamos integralmente a la hora de emprender?
Tenemos en cuenta aspectos técnicos y de gestión, e incluso físicos - cuidando nuestra salud - ¿y que pasa con los aspectos psicológicos, de equilibrio personal y emocional?

“EMPRENDER (definición de la RAE) Acometer y comenzar una obra, un negocio, un empeño, especialmente si encierran dificultad o peligro”.Estoy de acuerdo con esta definición, emprender es una actividad de riesgo para la que hay que estar magníficamente preparad@.

Emprender es crear una empresa con el objetivo de tener éxito, ganar dinero y construir algo que permanezca en el tiempo, pero lleva asociados el riesgo y la incertidumbre de no saber a priori cual va a ser el resultado de nuestra inversión y esfuerzo. Se manejan muchas variables y por tanto, se generan muchas dudas.

Además del imprescindible plan de negocio, emprender necesita de otros elementos cuyas claves residen en el propio emprendedor y que tienen que ver con habilidades personales, sociales e incluso con el estado de ánimo: Creatividad; gestión de la incertidumbre; gestión del estrés; comunicación con colaboradores, socios e inversores; auto-motivación y motivación de otros; tener y generar confianza; coraje; y un estado de ánimo de ilusión. Porque al emprender ponemos en juego no solamente lo que tenemos, sino también lo que hacemos y lo más importante: lo que somos, en pos de una idea.

Tim Gallwey, autor del libro “El juego interior del tenis”, expresa lo siguiente:“En todo esfuerzo humano hay dos terrenos de juego: el exterior y el interior. El juego exterior se realiza en un campo externo, para superar obstáculos externos y para alcanzar una meta externa. El juego interno tiene lugar en la mente del jugador y se juega para superar obstáculos como el miedo, las dudas sobre uno mismo, las pérdidas de la concentración y las creencias limitantes. El juego interior se juega para superar los obstáculos que nos auto-imponemos y que impiden a un individuo o a un equipo el acceso a su máximo potencial”.

Porque la habilidad de confiar en nosotros mismos y de producir un pensamiento y actitud positiva hacia lo que estamos haciendo, no solo nos va a proporcionar la motivación y energía imprescindibles para hacer lo que esté en nuestra mano por el éxito en la empresa, si no que ayudará también a crear un ambiente positivo y colaborador en nuestro entorno. Es decir, no estamos hablando de algo interesante para hacer si tengo tiempo, si no de algo tan esencial para el éxito como tener un plan de negocio.

Una vez leí (lo siento, no recuerdo al autor de la frase) que si tratáramos a nuestros amigos como lo hacemos con nosotros mismos, a estas alturas todos nos habrían dado la espalda. ¿Nos reconocemos en éstas frases? “vaya metedura de pata que he tenido, ni el burro más grande lo hubiera hecho peor”, “otra vez he vuelto a fracasar”, “no estoy hecho para aprender un idioma”, “ha sido cuestión de suerte, hasta mi abuelo hubiera podido hacerlo”, “¿Para que te metes en esto si no tienes ni idea?”... y muchas otras más duras y con un vocabulario más grueso. ¿Nos planteamos “ayudar” a un amigo utilizando esas frases? ¿Pensamos que así nos ayudamos a nosotros mismos? Aunque por otra parte ¿podemos evitarlas fácilmente?Aquí es donde “entra en juego” el coaching como un proceso que nos ayuda en nuestra transformación para construir una dinámica interior positiva (conversaciones), para desarrollar una actividad productiva y finalmente alcanzar los resultados deseados.

El coach asiste y acompaña - “cataliza” - en el proceso de transformación que realiza el cliente, por tanto no es un Mentor -no da consejos-, tampoco es un Consultor -no diseña soluciones-, ni un psicoterapeuta -en coaching el cliente es un ser completo y capaz-, ni tampoco un Confesor. Entonces... ¿Por qué funciona el coaching? ¿cómo provoca el cambio y el aprendizaje necesarios?

El coaching surge en el espacio de colaboración creado entre el coach y el cliente (también llamado coachee), en un plano de igualdad, donde el coach es experto en el proceso, sus herramientas y técnicas, y el cliente es el experto en su vida, -la que tiene y la que le gustaría tener- es un ser creativo y con recursos, y conoce sus miedos y limitaciones. Combinando reflexión y acción, el coaching mira hacia el futuro y se realiza para obtener resultados. Son varios los elementos que a mi juicio juegan un papel fundamental y confieren al coaching su eficacia.

Proporciona un espacio para la introspección basado en la confidencialidad, sinceridad y sintonía coach y el cliente, sobre el cual se construye el cambio personal.

Se basa en el compromiso. El coaching es un contrato que adquiere el cliente, comprometiéndose con su meta y con su aprendizaje.Construye una visión empoderadora e inspiradora. La misión del proceso de coaching es que el cliente alcance una meta en el ámbito de su vida que quiera desarrollar, ya sea la auto-confianza, las habilidades interpersonales, la comunicación, la credibilidad u otra. La meta se explicita durante el propio proceso y en todo momento el cliente controla el proceso de coaching y hacia donde quiere enfocarlo. Además, la visión (meta) es un compromiso que contrae el cliente consigo mismo. Sirve de referencia y le permite discriminar con precisión el camino que ha de recorrer en su proceso de coaching. Le ayuda a visualizar lo que debe aprender y lo que debe desaprender, lo que debe empezar a hacer y lo que debe dejar de hacer, que creencias sobre él mismo, sobre los demás y sobre el mundo le ayudan y cuáles son un obstáculo.Es un plan de acción. Simplificando al extremo, un proceso de coaching consiste en la ejecución de un plan de acción. Es un vehículo que nos lleva desde donde estamos hasta donde queremos llegar, de hecho el término Coach proviene de los carruajes de Kocs – ciudad húngara – que, en el s. XVI, se tradujo al español como “coche”. Para cumplir su misión el coach dispone de múltiples herramientas y técnicas que surgen de campos muy diversos: desde la Psicología al Management, pasando por la Filosofía y el mundo del Deporte - entre otros. Persigue un aprendizaje transformacional. Tener información no es equivalente a conocer, y a su vez conocer no equivale a saber-hacer. No basta con ir a una presentación, leer un libro o atender un curso, para aprender algo, especialmente cuando hablamos de habilidades intangibles. El ciclo del aprendizaje se resume en pasar de ser “inconscientemente incompetente” a ser “inconscientemente competente”. Tomar consciencia acerca del área de incompetencia es dar el primer salto: No puede mejorarse o cambiar algo que se desconoce. El segundo salto consiste en adquirir la competencia. El tercero es ejercer las nuevas habilidades de forma consciente, y persistente, hasta que las realizamos ya sin pensar. He utilizado la palabra “dar el salto” para expresar la idea de riesgo y la idea de decisión. El cliente ha de decidir asumir el riesgo que comporta el aprendizaje, y lo decide porque quiere alcanzar una meta.Las conversaciones interiores suceden todo el tiempo, también cuando estamos dando un salto. De las características de estas conversaciones dependerá si damos el salto. Y cada salto puede tener sus propias conversaciones: “no entiendo que no recurran a mí si saben que mi puerta está siempre abierta” ó “yo no valgo para interesarme por las necesidades de los demás, si necesitan algo ya hablarán conmigo” ó “¿seré capaz de acercarme a los demás? ¿qué van a pensar?” ó “yo soy así y no puedo cambiar ahora” … El coach asiste al cliente en todo este proceso según las características de cada “salto”. Al ser el cliente el motor de su propio desarrollo, el papel del coach es ayudarle a que vea lo que no está viendo, a que analice cuáles son los pensamientos, emociones y acciones que le llevan a obtener los resultados que está obteniendo y a que desarrolle nuevas estrategias en línea con su meta y compromiso de desarrollo.Por otra parte, dice Rafael Echeverría en su libro Ontología del lenguaje: “Los estados de ánimo viven en el trasfondo desde el cual actuamos.”. Lo que sentimos, nuestras conversaciones y lo que hacemos está condicionado por nuestro estado de ánimo. Si tomamos consciencia de nuestro estado de ánimo y los elementos sobre los que se fundamenta (juicios, historias, eventos pasados,...etc) estamos en condiciones de actuar para modificarlo, aprendiendo a hacerlo.El coaching es un servicio con una demanda en continuo crecimiento por su eficacia: Se percibe como un plan de acción para el desarrollo. Según estudios de la ICF (International Coach Federation), entre las principales razones por las que se contratan servicios de coaching se encuentran las de incrementar la auto-estima y la auto-confianza; mejorar las habilidades interpersonales y de comunicación; mejorar la capacidad personal de organizarse y la gestión de personas e influencia. Y referente a la satisfacción: prácticamente la totalidad (99%) de los clientes indicaron su satisfacción (en mayor o menor grado) con la experiencia. Lo que demuestra la capacidad de aportar valor al emprendedor que tiene el coaching.Emprender es una tarea de riesgo que exige mucho en todos los aspectos, fundamentalmente tener valor para emprender, entendido como valentía y como cualidades. Gestionar el riesgo y el distrés (estrés negativo), tener el coraje para no renunciar ante resultados negativos, saber comunicar la idea y entusiasmar tanto a socios e inversores como a colaboradores, creer en uno mismo, desarrollar unas conversaciones interiores productivas, no dejándose sabotear por esas voces que dicen “no puedes”, “no lo mereces”, “no sabes”..., y generar un estado de ánimo adecuado, son cualidades que van a marcar la diferencia en los resultados que se obtengan y también en como se recorra el camino, porque ¿quién dice que emprender ha de ser un calvario?“El coaching es para aquellos que no desean despertase dentro de diez años pensando en lo que podrían haber hecho o haber sido.” - Montse Cascalló (coach deportivo).

(Carlos Martínez Estévez)

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