14 nov 2010


A DEBATE EL FUTURO DE LA EDUCACIÓN

La educación es un factor decisivo en el desarrollo ciudadano y de sus prioridades depende en gran media el modelo de sociedad. Por ello, la calidad de la enseñanza y el nivel de la formación son factores determinantes para definir la capacidad de un país en un mundo globalizado. En estos artículos se ofrecen dos ángulos del tema, la importancia del cambio tecnológico en el modelo educativo y la necesidad de hacer definitivamente de la educación una prioridad política y ciudadana.

Ya sé que esto se ha dicho, pero por si acaso lo remarco: el aprendizaje de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), los profesores, como la mayoría de personas, lo llevamos a cabo al margen y también a través de la profesión.
Y seguramente su uso es más extendido en las relaciones personales, e incluso en la preparación de clases y en la relación con la comunidad educativa, y menos con los alumnos, como manifiestan la mayoría de los estudios, el último muy reciente. Y aunque cabe decir que en la medida que se van incorporando generaciones de maestros jóvenes al sistema educativo su uso aumenta, los avances son todavía lentos, y no se resuelven sólo con la compra de ordenadores. Pues lo que tiene que cambiar son las actitudes, o sea, la manera de aprender de maestros y alumnos. Ya apuntaba en esta línea hace unos años el profesor Sergio Monge, en las conclusiones de su tesis 'La escuela vasca ante el cambio tecnológico (1999-2004)', al considerar que, aun con ordenadores, el modelo educativo en Secundaria no había cambiado sustancialmente. Lo que no es exclusivo de Euskadi, pues en la mayoría de países ocurre lo mismo; el profesorado todavía se siente inseguro en el manejo de las TIC en las aulas. Y lo paradójico es que los conocimientos TIC no se están incorporando en los nuevos másters de formación del profesorado de las universidades españolas para la convergencia europea. Así, sin formación inicial vamos mal.

Es cierto que la enseñanza tradicional, basada sobre todo en el libro de texto, nos da seguridad, y que la función de la escuela ha sido históricamente la de enseñar los conocimientos del pasado, pero hoy no puede limitarse a ello pues el conocimiento crece diariamente de manera exponencial, como todos ustedes saben. Pero no es menos cierto que hay cada día más escuelas que están innovando, y no sólo en Aragón con Microsoft (como se ha hablado estos últimos días), sino también desde hace años en Euskadi, Extremadura, Andalucía y otras partes de España, con el software libre que, a diferencia de Microsoft, difunde el código fuente (la fórmula que permite adaptar, mejorar y distribuir copias para beneficio de la comunidad de usuarios). Ahora bien, en Cataluña, por ejemplo, el Departamento de Educación ha establecido acuerdos con Microsoft y ha ido abandonando el software libre. Como saben, Rodríguez Zapatero hace unos días anunció la compra de portátiles para los escolares, junto a acuerdos con Bill Gates, contribuyendo, a mi modo de ver, a la apropiación privada del conocimiento, como denunciaba hace ya años el sabio Manuel Castells. Y yo me pregunto, ya que hablamos tanto de valores: ¿Los que aporta el software libre de diálogo, igualdad y cooperación, a dónde van a parar? ¿O es que lo que le pedimos a la escuela no lo queremos para la sociedad?

Por otro lado, hay acuerdos de elaboración de materiales didácticos digitales con las grandes editoriales. La solución a las inconveniencias del libro de texto pasa, parece ser, por la elaboración digital que se está llevando a cabo con urgencia. ¿Pero avanzaremos con ello? Veamos que puede pasar. Aunque el soporte sea distinto, seguramente mucho más atractivo, si la información almacenada es estática, no actualizada ni dinámica, continuará siendo un compartimento estanco como el libro de texto. Y si además las estrategias de aprendizaje son las mismas de siempre no habrá innovación. Lo que quiero decir es que las posibilidades de Internet se desperdician. Se desperdicia por un lado la posibilidad de acceso a la información, y por otro la posibilidad de comunicación mediante la formación de comunidades virtuales (que no sólo sirven como lugares de encuentro), sino que nos brindan la oportunidad de compartir información: favorecen la transversalidad entre las distintas disciplinas y nos ayudan a construir cooperativamente el conocimiento. Pues para ello lo que tiene que cambiar es la actitud del profesorado, ya que podemos utilizar Internet, pizarras digitales, power points, todo muy útil por supuesto, y continuar sin enseñar lo que es primordial: a saber buscar, o sea, saber elegir la información pertinente, a distinguir la buena de la mala en medio del caos, a contrastar y a manejar fuentes. El problema hoy es precisamente el exceso de información. Y luego enseñar a rehacerla, a subrayar lo que consideramos esencial o queremos destacar de un texto de acuerdo a unos criterios previos, a estructurar y organizar la información, a resumirla, a convertirla en conocimiento. Y a compartirlo. Y aquí la función orientadora del buen maestro (que siempre ha hecho lo mismo aunque con otros instrumentos). O sea, ayudar a comprender, a interpretar, a dialogar, a pensar, claro, la única manera por otro lado de luchar contra la estulticia y el sectarismo. Tenemos que situar, pues, las TIC en lo que son y en las posibilidades extraordinarias que suponen para el cambio hacia un modelo educativo acorde con los tiempos.
Y aunque parezca obvio ello no se resolverá sólo con los libros digitales, ni con la compra de ordenadores, aunque sean portátiles. Insisto, las TIC son usadas desde hace tiempo en muchas escuelas, e incluso con software libre, en experiencias muy innovadoras. Parafraseando al pensador Edgar Morin, tan estimado por los profesores, en su último libro ('On va el món? Cap a l'abisme', 2009): las innovaciones/creaciones, que siempre son una desviación de la norma, pueden modificar, cambiar o sustituir la tendencia dominante para convertirse nuevamente en norma. Y aunque sepamos que la innovación es en primer lugar cuestión de personas y no de instituciones, deberíamos preguntarnos: ¿Contribuirán las decisiones tomadas por las administraciones educativas a espolear los caminos iniciados y desarrollados con éxito hasta ahora? ¿O los abortarán con decisiones, a mi modo de ver, efectistas y conservadoras? ¿Qué tendencia se convertirá en norma? Y si todo ello sirve para educar a nuestros hijos en un mundo cada vez más complejo, pues entonces que sea bienvenido.

CARME ALCOVERRO CATEDRÁTICA DE SECUNDARIA Y DIRECTORA DE LA REVISTA ESCOLA CATALANA

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