11 abr 2009

eL Expresidente Chaves --Andaluz-- siempre quiso ser Ministro, otra vez lo ha conseguido.


Yo había estado encantado de la vida de ser ministro.
Si de mí hubiera dependido, no me habría ido de Madrid». Esta confesión pública de Manuel Chaves confirma la condición de candidato a palos con la que llegó a Andalucía, allá por 1990 –tras soportar la huelga del 14-D como ministro de Trabajo–, para consumar la defenestración de José Rodríguez de la Borbolla, el entonces presidente de la Junta, enfrentado a Alfonso Guerra.
Próximo a alcanzar la edad de jubilación (cumplirá 64 años en julio), Chaves ha acabado acumulando seis legislaturas al frente de la Junta: casi 20 años, mucho más tiempo del que él mismo jamás hubiera imaginado y mucho más que ninguno de los líderes históricos que forjaron la autonomía andaluza, como Rafael Escuredo y Borbolla, sus predecesores en el cargo.
Y es que precisamente ésa puede ser una de las características que mejor definan la trayectoria de Manuel Chaves: un dirigente al que, casi sin proponérselo, siempre le ha sonreído la suerte política, incluso en las circunstancias más adversas.
Desde luego, ha sido indiscutible su habilidad política para consolidarse en el poder y, hasta ahora, mantener casi intactas sus expectativas de voto sin haber gozado, realmente, de un peso orgánico determinante en el seno del partido, aun siendo secretario general, eso sí, de la federación socialista más decisiva desde el punto de vista electoral.
Desde 1990, Manuel Chaves ha dirigido durante seis legislaturas la Junta de Andalucía con la comodidad de quien gobierna con el rodillo de las mayorías absolutas, con el único paréntesis de los dos años, entre 1994 y 1996, de la famosa pinza, cuando la oposición de PP, IU y PA sumaba más diputados que el PSOE, en el gobierno.
En 1996, tras un adelanto de las elecciones, Manuel Chaves firmó un pacto con los andalucistas, a los que entregó dos consejerías a cambio de la «gobernabilidad». La situación se repite tras las elecciones del año 2000, en que se reedita el pacto. En 2004, no obstante, el PSOE recupera la mayoría absoluta, que repite en 2008, si bien con un margen mucho más escaso sobre el PP de lo que había sido habitual hasta entonces.
En el congreso que eligió a Zapatero como líder del PSOE, Chaves llegó a emplearse a fondo a favor de José Bono. Luchó por un candidato, perdió y, sin embargo, salió fortalecido y nombrado presidente de la Ejecutiva Federal.
Al frente de la Junta ha sabido rentabilizar electoralmente la transformación de la comunidad, ligada más al discurrir del tiempo que a un proyecto político relevante que haya ido mucho más allá de la gestión de los más de 33.000 millones de euros de presupuesto anual que maneja la autonomía. Sin ir más lejos, ahí sigue Andalucía ocupando el furgón de cola de los indicadores del país, camino del millón de parados.
Ese discurrir del tiempo, ley de vida, ha traído también consigo el desgaste de Chaves, muy mermado en las últimas encuestas y con el popular Javier Arenas pisándole los talones. Zapatero era consciente de esa situación y había dictaminado ya el relevo de Chaves quien, paradójicamente, ahora se resistía a dejar el lugar al que nunca quiso llegar.
Esa resistencia ha dado lugar a no pocos encontronazos soterrados con el presidente del Gobierno, que, finalmente, parece que ha decidido cortar por lo sano preparándole una vicepresidencia con cartera ministerial. Veinte años después, ya no está tan claro que Chaves llegue al Ministerio «encantado de la vida».
Hijo de militar
Hijo de militar, Manuel Chaves González (Ceuta, 7 de julio de 1945) ingresó en el PSOE en 1968, el mismo año en que se afilió a UGT. Su trayectoria ha estado ligada íntimamente a la de Felipe González, con quien mantiene una estrecha amistad que se fraguó en el despacho laboralista que el histórico líder del PSOE tenía en Sevilla. Chaves es uno de los inmortalizados en la famosa foto del "clan de la tortilla".
En aquella foto, tomada en los Pinares de Oromana (Alcalá de Guadaíra) por el que fue alcalde de Sevilla desde 1983 a 1991 Manuel del Valle, Chaves aparece junto a González, Carmen Romero, el ahora eurodiputado Luis Yáñez y la diputada Isabel Pozuelo, entre otros veteranos miembros del partido.
Licenciado en Derecho por la Universidad de Sevilla y Doctor en Derecho al Trabajo. Fue profesor durante algún tiempo, no demasiado, en las de Bilbao y Córdoba, el currículo político de Manuel Chaves, el último de los barones al frente de una comunidad autónoma tras las renuncias de Juan Carlos Rodríguez Ibarra y José Bono, se resume prácticamente en estos dos cargos, aunque también había sido diputado en el Congreso por Cádiz desde las elecciones constituyentes de 1977 y hasta el año en que se marchó a San Telmo.
En este tiempo, Manuel Chaves ha ido también acumulando responsabilidades orgánicas dentro del partido. Como secretario general de Andalucía sustituye al malagueño Carlos Sanjuán en 1994, también como consecuencia de la declarada guerra entre guerristas y renovadores.
Y tras la derrota electoral de su partido en las elecciones generales del 12 de marzo de 2000, tras el ridículo de Joaquín Almunia, secretario general y candidato pese a perder las primarias frente a José Borrel, Chaves se hizo cargo de la comisión gestora que dirigió el partido hasta el XXXV Congreso, que aupó a José Luis Rodríguez Zapatero a la Secretaría General.
Chaves contra El Mundo
Manuel Chaves se querelló por injurias contra el director de El Mundo de Andalucía, Francisco Rosell, y el periodista Javier Caraballo, después que este periódico publicara en noviembre de 2001 una serie de informaciones sobre el espionaje a los presidentes de las cajas de ahorro sevillanas.
En diciembre de 2007, el juez dictó una sentencia en la que absolvía a los periodistas de todos los cargos, por considerar las informaciones absolutamente veraces. En ellas, se informaba de que el propio Chaves, el secretario de Organización del PSOE andaluz, Luis Pizarro; el ex presidente de la Diputación de Sevilla Miguel Angel Pino y el jefe de escoltas de Chaves, Juan Escámez, estaban detrás del espionaje.

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