Una conversación con Rodríguez Zapatero: la terapia necesita de recursos médicos, Ramón Tamames.
Sobre los Pactos de la Moncloa-2 (PM-2), podríamos recordar aquello que dicen los matemáticos de que cuando se tiene el problema bien planteado, puede darse por medio resuelto. Y en la misma línea, los médicos sostienen que un diagnóstico precoz, permite anticipar la terapia para los males que aquejan al paciente, y lograr de esa manera una más rápida sanación.
En España, a la altura de marzo del 2009, ni el problema está planteado para resolverlo, con un algoritmo, como tampoco el diagnóstico está hecho para lograr que el enfermo se recupere. Eso es lo que se daba a entender cuando en tiempos se manifestaba que el ejército francés estaba preparado para ganar la guerra anterior pero no la que se hallaba en ciernes.
¿Qué hemos de hacer, pues, ante la situación de crisis en que nos encontramos? Lo decíamos la semana pasada: hay que cambiar el modelo productivo y transformar la mentalidad de una sociedad que ha de conseguir mayores productividad y competitividad en medio de una globalización casi total.
El 12 de febrero del 2009 se presentó en Madrid el programa para la presidencia española de la UE durante el primer semestre del 2010, y como catedrático Jean Monnet de la UE que soy, asistí a ese acto. Durante el subsiguiente vino español, me acerqué al presidente y después de saludarnos cordialmente, me permití entrar en materia: "Presidente, no podemos seguir así -empecé-: tenéis que cambiar el modelo económico y realizar reformas estructurales. En ese sentido, la idea de los Pactos de la Moncloa es aplicable hoy, ciertamente en un contexto distinto del que teníamos en 1977. Pero en cualquier caso, hace falta un impulso psicológico para que la gente piense que todo el arco político está por la labor. Yo viví aquella época y se promovió el entusiasmo. No como ahora sucede, cuando está cundiendo, indebidamente la desazón".
El presidente dijo que él ya había pedido a la oposición, concretamente al PP, que ayudara a empujar el carro. "Yo creo que no -repliqué- sólo lo has hecho con la boca pequeña. Tienes que convocar sin más a todo el arco parlamentario a la Moncloa, como hizo Suárez". Él me respondió: "No. Mira Ramón, no os enteráis. Somos los que menos estamos sufriendo la crisis y los que antes vamos a salir. Los indicadores de paro y déficit se van a resolver y, lo más importante de todo, no sufrirán los más débiles".
El fondo de la cuestión es que, hasta ahora (26.III.09), Rodríguez Zapatero no tiene lo que puede llamarse un proyecto de España y no dispone de esquema de soluciones ni de verdadero diagnóstico, sobre adónde vamos. Su modelo no parece ser otra cosa que el de esperar a que sus exhortos se cumplan mágicamente, y superar de esa manera los trece años de presidencia de Felipe González, con una tercera y una cuarta legislaturas.
En el pasado sí hubo ideas. Incluso al propio Franco, con todas sus autocracia y represiones, en 1959 le presentaron una alternativa: por un lado, volver al modelo nacionalsindicalista y entrar en una autogestión a lo Yugoslavia de Tito (Javier Conde dixit en nombre del Movimiento). En tanto que Laureano López Rodó y su grupo, le plantearon abrir España a lo que hoy llamamos el modelo OCDE. Franco apostó por el plan de Estabilización, que se hizo a partir de 1959, porque se lo explicaron, creo que bastante bien, empezando por el entonces ministro de Comercio Alberto Ullastres.
Años después, en 1977, Adolfo Suárez con Fuentes Quintana como ponente, y con todos los partidos del arco parlamentario en el juego, defendimos en La Moncloa una idea: el Estado tenía que transformar sus instituciones y resolver la cuestión económica con un pacto de moderación salarial; con una serie de transformaciones que ya vimos en el segundo de los capítulos de la precedente miniserie.
Felipe González también llegó a tener su propio modelo: apostó por la CE y en 1986 ingresamos en el gran proceso integratorio. Y por último, Aznar dio el paso al euro con lo que significó toda una nueva cultura financiera. En ese sentido, su ministro Rodrigo Rato tuvo muy claro que habíamos de estar por el Tratado de Maastricht al ciento por ciento. Es decir, con un bajo déficit público, inflación reducida, recorte de los tipos de interés, y menor deuda pública. Era una política clara, efectiva y que obligaba a una disciplina presupuestaria nueva.Ahora no hay una idea o un modelo al cual poner rumbo. Como dije en una reciente entrevista: "Solbes está cansado, Sebastián tiene ocurrencias, Almunia viene de vez en cuando a Madrid desde Bruselas a tratar de poner un poco de orden. Y Rodríguez Zapatero piensa que todo va a resolverse con sus pláticas". Pero las realidades son duras, y los economistas sabemos, desde los tiempos de Schumpeter, que hemos de "revelar a la humanidad el sentido oculto de sus luchas". Y en eso estamos, aunque sea modestamente, desde esta tribuna de ESTRELLA DIGITAL.
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