La 
primera pregunta es obligada. ¿Cuál cree que es el secreto de la excelencia en 
los resultados de los alumnos finlandeses?
La 
fórmula del éxito del modelo finlandés es muy compleja, pero si me tuviera que 
quedar con un factor, sería sin duda la brillante formación y selección de su 
profesorado. Por eso van por delante de todos los demás países, no sólo del 
nuestro.
¿Qué 
pasos debe seguir un estudiante para ser maestro?
Para 
empezar, tener una media del bachillerato y de la reválida superior al 9 sobre 
10. Luego, cada facultad hace tests y entrevistas personales, y además de 
valorar el rendimiento miden también el grado de sensibilidad. Por muy brillante 
que sea el alumno, si no ha estado nunca en un grupo de ocio o no ha hecho nunca 
de voluntario en una red de apoyo a inmigrantes, por ejemplo, es probable que no 
lo seleccionen. Sólo en torno a un 6% de los aspirantes entran en las facultades 
de magisterio, porque una cantidad enorme de jóvenes quieren ser docentes.
Y 
después de la selección, ¿como son los estudios?
Tienen 
muchos más créditos. Se realizan alrededor de 6.000 horas de estudio, el triple 
que en España. Además, tienen que hacer una tesina y unas prácticas en escuelas 
de alta calidad donde el profesorado que trabaja en ellas es el mejor del país. 
Por lo tanto, todo está pensado para que los estudiantes de magisterio reciban 
una formación de máxima calidad. Por eso la profesión está tan bien valorada 
socialmente. Es un honor ser maestro, en Finlandia.
Aquí 
el profesorado está en pie de guerra con la Administración, tanto la catalana 
como la central.
Aquí 
los docentes luchan mucho, hacen grandes esfuerzos. Con las condiciones adversas 
actuales, es sólo gracias al profesorado que el fracaso escolar no es todavía 
más elevado. En Finlandia el abandono escolar, a pesar de haber crecido bastante 
en los últimos años, no llega al 9%, mientras que aquí supera el 25%. Y la 
política aquí tampoco ayuda, claro.
¿En 
Finlandia hay consenso en torno al sistema educativo, o también se cambia la ley 
en función del color del partido de Gobierno?
Hay 
un consenso tan grande que, sólo el currículo, se retoca cada diez años. Y las 
leyes duran mucho más porque se aprueban con los dos tercios del Parlamento. Las 
tocan aproximadamente cada treinta años. Si no hay un pacto de Estado, la 
educación está en crisis, porque el profesorado está desconcertado.
Ni 
lo uno ni lo otro. Según la OCDE, en este siglo habrá seis escenarios de 
sistemas educativos. Uno de ellos será el burocrático, y actualmente el sistema 
español tiene en un 80% los rasgos de este modelo: la escuela debe responder a 
todos los problemas de la sociedad (desde la educación vial hasta la sexual) con 
un currículum muy centralizado. Además, la educación debe abarcar todas las 
etapas del niño, desde la infantil hasta la postobligatoria. La principal 
característica de este modelo es la igualdad. Ahora lo que quiere hacer el PP 
con la LOMCE es virar hacia el modelo llamado de mercado, que tiene cosas 
buenas, como el hecho de favorecer la innovación, pero que rompe con la 
igualdad. En este escenario, la escuela debe servir para producir trabajadores 
adaptados al mercado, ya no puede estar aislada como hasta ahora.
Y 
el modelo finlandés, ¿cerca de qué escenario se encuentra?
Está 
entre los llamados "Corazón de la comunidad" y "Comunidad de aprendizaje". 
Entiende la escuela como el corazón de la comunidad, un motor social, un centro 
cultural, el lugar más importante del pueblo y allí donde se destinan los 
primeros recursos. Todas las escuelas son públicas y están abierta y al servicio 
de la comunidad: los padres pueden participar, se pueden formar para ayudar, hay 
actividades extraescolares, los ordenadores quizás están al servicio de todos 
los ciudadanos... Las puertas de la escuela están abiertas. En cambio aquí todo 
son puertas cerradas. Las características principales de este modelo son la 
equidad y la calidad.
Explicaba 
que en nuestro modelo el currículo está muy centralizado. Si se aprueba la 
LOMCE, el 100% de los contenidos de las asignaturas troncales los elaborará el 
Ministerio.
En 
Finlandia la descentralización es tan grande que el 90% del currículo se elabora 
municipalmente. Creen que quien debe adaptar los contenidos debe ser la gente 
más cercana a la comunidad. Pero para hacer eso tienes que formar a los maestros 
para que sean capaces de crear contenidos. Y confiar en ellos. En Finlandia no 
hay inspectores de educación. Y serían impensables, como quiere aprobar el 
ministro, reválidas elaboradas por el Estado en primaria.
Uno 
de los argumentos a favor de estas evaluaciones es que servirá para detectar 
pronto las dificultades de los alumnos y así evitar el fracaso 
escolar.
No 
me parece mal. En Finlandia el fracaso también se combate desde el inicio. Pero 
el problema es que, una vez se detecte, ¿cómo se actuará? Porque recursos no 
hay. Además, ¿el profesorado está preparado para gestionarlo? Si en clase tienes 
un niño con TDA, otro que tiene dislexia, uno con problemas auditivos... y no 
tienes recursos extra, ¿qué haces? Es un desastre. Sobre todo, con las ratios 
que tenemos aquí.
¿Cuántos 
alumnos hay en las aulas finlandesas?
Unos 
15 o 16 niños por aula. Y cuando hay alguno con problemas graves, como autismo, 
por ejemplo, sólo hay diez. Y teniendo en cuenta que el alumno que tiene estos 
problemas cuenta con apoyo especial.
Y 
el fracaso, pues, ¿cómo se combate?
A 
la que ven que un alumno tiene dificultades, le destinan todos sus recursos: 
logopedas, psicólogos especializados... Hace unos días escuché al embajador de 
Finlandia en Madrid que decía que su hija había tenido dificultades en un curso 
inicial de matemáticas. Le buscaron un pedagogo específico en la materia y, en 
tres sesiones, le desbloquearon el problema. A veces se trata de que alguien 
entienda cómo afrontar el problema desde el inicio.
¿No 
es cuestión de trabajar más horas?
En 
primaria, en Finlandia hacen 608 horas lectivas, mientras que en España, 875. 
Así que no hay una correlación entre el número de horas lectivas y éxito 
escolar.
Y 
aún sabiendo que la mejor solución para combatir el fracaso escolar es atacarlo 
desde el principio, en Finlandia los niños y niñas no se escolarizan en la etapa 
infantil. ¿Cómo es eso?
La 
etapa infantil es importante, pero tampoco es determinante. Al menos en 
Finlandia lo ven así. Quizás aquí es mejor que los niños y niñas vayan a la 
guardería por cuestiones de equidad, especialmente cuando las familias tienen 
dificultades económicas o déficits culturales.
Y 
si no apuestan por la educación infantil, ¿cómo es que desde pequeños ya lideran 
los rankings de PISA?
Una 
de las razones, como siempre, es que el profesorado está muy bien formado. Y la 
otra es que, en contra de lo que dicen muchas corrientes actuales, los 
finlandeses creen que por razones neurológicas la lectura y la escritura se 
aprenden mejor a la edad con la que entran en la escuela, alrededor de los siete 
años. Y a los nueve años ya son primeros del mundo en comprensión lectora, 
cuando nosotros o los franceses o muchos otros llevan años trabajando...
Así 
pues, ¿apuestan por la comprensión lectora?
Sí. 
Para ellos es un pilar fortísimo, y en ello la familia ayuda mucho. Todos leen 
en casa. Allí tienen el mayor número de libros y bibliotecas por habitante del 
mundo, y el 80% de las familias van una vez a la semana a la biblioteca a leer. 
Toda la comunidad presiona a los niños para que se acerquen a la lectura. Por 
ejemplo, la televisión es subtitulada. Los niños miran los dibujos animados y 
¡se esfuerzan en leer para saber qué dicen!
Subtítulos 
aparte, ¿por qué cree que esto aquí no pasa?
Es 
complicado. Ellos tienen desde pequeños este modelo de lectura como un vector de 
crecimiento personal y de igualdad. Creo que en España y en Catalunya la 
formación personal no es un valor central del país. Aquí lo que cuenta es ganar 
dinero, hacerse rico, y no enriquecerse humanamente. Que a algunas reuniones de 
padres, en clases de 25 niños, se presenten sólo siete, es un fracaso de nuestra 
sociedad. Un reflejo de nuestra comunidad.
Antes 
de la crisis era de entre un 4 y un 5%, y ahora ronda el 9%. Pero el grado de 
ayudas que hay allí no se puede comparar. En Finlandia las becas comedor no 
existen: todo el mundo tiene que comer en la escuela, y lo paga el ministerio de 
Bienestar Social, para evitar que el niño se vaya a comer a casa y se encuentre 
la nevera vacía, que es lo que pasa en muchas casas aquí, una catástrofe. El 
material escolar y los libros también son gratuitos, aunque si los pierdes los 
tienes que pagar. Lo que hace la Administración finlandesa es dar dinero a la 
dirección del centro, y el director decide cómo distribuirlos concretamente. 
Ahora bien, ¿qué ocurre si el director lo hace mal?
Uste  
dirá. 
Pues 
que el alcalde tendrá que despedirlo. Porque si no en las próximas elecciones el 
que se tendrá que ir será el alcalde. La gente verá que la escuela no funciona, 
y son sus hijos, ¡su patrimonio más preciado! Y no lo votarán.
Xavier 
Melgarejo. / Carmen Secanella