ABC MADRID
Actualizado Domingo, 29-03-09 a las 09:50
«Pasa un día, otro, y otro... y no aparece, y esto no termina», lamenta Antonio del Castillo, al comenzar otra jornada de búsqueda de su hija Marta. «Siento impotencia. ¡Qué padre no piensa: si me los dejaran a mí, los haría hablar...! Pero la Policía tendrá sus medios para que confiesen». Antonio del Castillo habla pausado, sereno, mientras espera noticias del vertedero de Alcalá de Guadaíra (Sevilla), donde mañana se reanudará la búsqueda que fue suspendida ayer por la lluvia. Con máquinas y perros se inspeccionan los residuos donde supuestamente su hija estaría sepultada, bajo más de 40.000 toneladas de basura, según la última versión de su presunto asesino, Miguel Carcaño.
«Es como si lleváramos trabajando más de 24 horas seguidas durante dos meses. Estamos cansados, muy cansados», declara a la agencia Efe. Su esposa, Eva, «tiene ratos», dependiendo de si las dos hijas pequeñas están en casa. «Entonces hay que intentar llevarlo, que no nos vean tristes». El viernes conoció el presunto intento de suicidio de Miguel Carcaño, quien dejó una carta en la que supuestamente insistía en que el cuerpo había sido arrojado al vertedero. El intento no le importó, pero sí «que antes revele el paradero» del cuerpo de su hija. La falta de resultados les conduce al desánimo.
Pensar «que tu hija está en un estercolero es una de las mayores violencias, el mayor sufrimiento que puede experimentar una persona», señala el psiquiatra y forense José Antonio García-Andrade.
El padre ansía que la encuentren y poder recuperar «un poquito de normalidad». Volver a su trabajo como montador aeronáutico en Aernnova Andalucía, y a su rutina. «En el momento que aparezca y le demos sepultura, que sepamos dónde está, descansaremos», afirma. «La investigación nos preocupa menos, la Policía, el juez, seguirán su trabajo. Ahí no podemos hacer nada». Pero los implicados —Miguel Carcaño, sus amigos Samuel B.P y, Javier G.M, «El Cuco», de 15 años, y Francisco Javier M.D, hermanastro de Miguel— detenidos 20 días después de la desaparición, «están resultando tipos duros», como afirma el psicólogo y criminólogo Vicente Garrido. «Llama la atención su dureza emocional», explica a Efe.
El padre de Marta del Castillo: «¡Qué padre no piensa: si me los dejaran a mí, los haría hablar...!»
La sarta de mentiras aumenta la desesperación familiar. La publicación de detalles, el dolor. «Salen más cosas de la cuenta —opina Antonio del Castillo—. Teníamos asumido que había muerto de un golpe y no se había enterado de nada. La última versión de Miguel, por las formas y la manera que dice que la mataron, nos ha destrozado». El padre conocía esos datos por su abogado, pero había cosas que no había contado a su familia, «para protegerla de un daño innecesario».
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