La crisis del PP, no es sólo de este grupo político, la crisis llega al PSOE en franca lucha interna preparándose para los actos internos que se avecinan con clara división silenciosa --tienen los cuchillos afilados-- y es una crisis que afecta a los partidos tradicionales , que no tienen capacidad para oponerse a todo aquello que supone sacrificio y que muchas veces el electorado no comprende, en una palabra, decir y hacer lo que muchos no quieren escuchar, es la crisis de los partidos tradicionales que están en política para crecer ellos sólos --sus integrantes a cuenta de todos--, cueste lo que cueste, careciendo de sentido de estado.
Crisis interna Diputados del PP ponen en duda la oposición que realiza Rajoy .
La dirección del partido contraataca con la buena marcha de as encuestas sobre intención de voto. Los dirigentes de Génova identifican a los críticos con la línea que representan Aguirre y el antiguo aznarismo
El tedio paraliza a los parlamentarios del PP y a una parte del partido que lidera Mariano Rajoy. Es lo que denuncian quienes echan de menos una oposición más activa y frontal, pero se declaran aburridos y preocupados por la atonía que aprecian en su línea política. La dirección replica que las encuestas sobre intención de voto demuestran los buenos resultados de las decisiones del nuevo equipo y aseguran que la pérdida de apoyos del PSOE dará el triunfo al PP si consigue retener a todos sus electores sin provocar el rechazo y, por lo tanto, la movilización del adversario. Además, los afines a Rajoy identifican a los quejosos con la línea que representa Esperanza Aguirre y los tics del antiguo aznarismo, que siempre estaba en constante movilización interna y participación en debates más radicales.
Parálisis política
Pero los parlamentarios acusan el desánimo ante la parálisis que atribuyen a su opción política. «Es el peor momento para el PSOE, sufre el desgaste de la crisis y un retroceso electoral importante, pero ni aún así nosotros despegamos, no convencemos ni atraemos a nadie y a nuestra gente le falta ilusión». Este es un análisis muy difundido en distintos ámbitos del partido opositor que se refleja, con especial crudeza, en el Parlamento. «Es el estilo de Mariano: esperar a que el adversario se equivoque poniéndose de perfil», explican los diputados que se inquietan ante la atonía del debate político.
«Acebes y Zaplana eran el problema -dice otro de los descontentos-, pero ahora ya no están y seguimos sin atraer a la gente». «En otros tiempos estaríamos llamando a todos los altos cargos al Parlamento y atacando por distintos flancos, pero ahora se nos pide un tono bajo porque la estrategia es ir solo a la cabeza», se queja un diputado integrado en el equipo económico. Como él, otros han propuesto distintas actuaciones, preguntas y comparecencias al portavoz económico, Cristóbal Montoro, pero el ex ministro ha diseñado una oposición a la medida de su jefe de filas.
Se trata de no salirse de la ortodoxia económica, sin hacer concesiones al populismo y atacar solo al vicepresidente Pedro Solbes.
En contraste con los despliegues parlamentarios de otros tiempos -cuando se contaban por miles las propuestas presupuestarias de Rodrigo Rato-, el PP solo planteará un reducido número de enmiendas de carácter general y sin concesiones a las reivindicaciones territoriales concretas.
Son, sobre todo, los más jóvenes quienes se preguntan dónde está la clave y el motivo por el que no consiguen conectar con la opinión pública a pesar de haber cambiado el tono de su oposición y abandonado el radicalismo de la pasada legislatura.
Las tripas del CIS
Para disponer de la respuesta a esta pregunta, el PP ha encargado a la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES) que estudie los datos internos de la última encuesta poselectoral del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Su objetivo es conocer las características y comportamiento del cuerpo electoral en las votaciones de marzo, así como el perfil de su votante potencial. «Tenemos que ver las tripas del CIS para saber qué está pasando y por qué no podemos recoger el voto que pierde el PSOE», alegó un directivo de la fundación.
Los populares saben que el partido de Rajoy es muy distinto del que presidió José María Aznar, pero creen que, en el fondo, este cuenta con muchos más seguidores de lo que parece. «Mariano consiguió más de un 80% de los votos en el congreso de Valencia pero, en realidad, hay alrededor de un 60% del partido que se identifica más con el estilo aznarista que con el marianismo», explica una parlamentaria.
Sus palabras tienen como referente fundamental el principio que tanto repitió en sus tiempos el ex presidente: «Las batallas que se pierden son las que no se dan». El actual líder ha sustituido esta máxima por otra bien distinta: «Daremos las batallas que podamos ganar. Las otras, no».
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