JOANA REI
MADRID.- Han pasado 60 años desde la muerte de Mahatma Gandhi, en 1948. El 30 de enero de ese año, casi por ironía, el defensor de la no violencia y de la resistencia pacífica, era asesinado. Tres tiros a quemarropa. A sus seguidores dejaba como herencia toda una vida dedicada a la lucha por la libertad y la tolerancia.
"Mi vida es mi mensaje", dijo Gandhi un día a un periodista que le pedía que dejara una declaración para quienes le seguían. Ese es ahora el nombre de la exposición que acoge La Casa Encendida como un homenaje por el 60 aniversario de su muerte. En el patio de la galería, 53 fotografías repasan la vida del que aún es considerado el mayor pacifista de la historia. Desde su niñez hasta el último adiós multitudinario, son pedazos de vida que podrán visitarse hasta el 14 de diciembre.
La muestra incluye no sólo fotografías, sino también documentales y cartas escritas por Gandhi a Tolstoi, Tagore o incluso a Hitler, y una réplica de su habitación. En ese espacio, de escasos metros cuadrados, no hay más que una colchoneta, un par de sandalias y su roca. Éstas, en realidad, eran las únicas posesiones de Gandhi, quien un día decidió vivir como la gran mayoría de los hombres del campo. La muestra se complementa con un ciclo de mesas redondas y películas dedicadas a la figura de Gandhi.
Un indio que emigró a Inglaterra
Antes de que Tagore lo apellidara de Mahatma (gran alma) Gandhi fue tan sólo un indio más que inmigró a la metrópoli para estudiar. Inglaterra aún era la potencia colonizadora cuando el joven Mohandas Gandhi se fue a Londres a estudiar derecho. Sacó su carrera y pronto le ofrecieron un puesto en Sudáfrica, colonia austral de Inglaterra.
Ahí vivió los años que más marcaron su personalidad y trazaron su destino. En más de una ocasión fue golpeado y humillado públicamente por rehusar ceder su sitio a un blanco. Empezó su lucha contra el apartheid insistiendo en que la resistencia al poder tendría que hacerse de manera no violenta. El desafío al gobierno del Transvaal duró siete años: miles de indios fueron encarcelados, azotados y fusilados por rehusarse a cumplir la ley que los obligaba a registrarse.
De vuelta a la India en 1915, empieza a luchar por la independencia y la libertad de su pueblo. La marcha de la sal es uno de los momentos más emblemáticos. Gandhi caminó 385 kilómetros para coger un puñado de arena para convertirla en sal, como protesta contra el impuesto sobre este condimento de Gran Bretaña. Seguido por una multitud, consiguió que la escena se repitiera de manera espontánea en muchas partes del país.
El 14 de agosto de 1947, Gandhi cumplió el sueño de ver su India independiente. Pero pudo celebrarlo poco tiempo. El 30 de enero de 1948, el joven Nathuram Godse lo asesinaba por defender los derechos de los musulmanes y por exigir que se pagara a Paquistán a los 550 millones de rupias que habían sido acordados por la partición de la India.
El crimen conmocionó al mundo entero, que volcó en la figura de Gandhi la imagen del mayor pacifista de la historia. Sus cenizas, echadas al río Ganges, dejaban atrás un camino largo, persiguiendo la libertad.
MADRID.- Han pasado 60 años desde la muerte de Mahatma Gandhi, en 1948. El 30 de enero de ese año, casi por ironía, el defensor de la no violencia y de la resistencia pacífica, era asesinado. Tres tiros a quemarropa. A sus seguidores dejaba como herencia toda una vida dedicada a la lucha por la libertad y la tolerancia.
"Mi vida es mi mensaje", dijo Gandhi un día a un periodista que le pedía que dejara una declaración para quienes le seguían. Ese es ahora el nombre de la exposición que acoge La Casa Encendida como un homenaje por el 60 aniversario de su muerte. En el patio de la galería, 53 fotografías repasan la vida del que aún es considerado el mayor pacifista de la historia. Desde su niñez hasta el último adiós multitudinario, son pedazos de vida que podrán visitarse hasta el 14 de diciembre.
La muestra incluye no sólo fotografías, sino también documentales y cartas escritas por Gandhi a Tolstoi, Tagore o incluso a Hitler, y una réplica de su habitación. En ese espacio, de escasos metros cuadrados, no hay más que una colchoneta, un par de sandalias y su roca. Éstas, en realidad, eran las únicas posesiones de Gandhi, quien un día decidió vivir como la gran mayoría de los hombres del campo. La muestra se complementa con un ciclo de mesas redondas y películas dedicadas a la figura de Gandhi.
Un indio que emigró a Inglaterra
Antes de que Tagore lo apellidara de Mahatma (gran alma) Gandhi fue tan sólo un indio más que inmigró a la metrópoli para estudiar. Inglaterra aún era la potencia colonizadora cuando el joven Mohandas Gandhi se fue a Londres a estudiar derecho. Sacó su carrera y pronto le ofrecieron un puesto en Sudáfrica, colonia austral de Inglaterra.
Ahí vivió los años que más marcaron su personalidad y trazaron su destino. En más de una ocasión fue golpeado y humillado públicamente por rehusar ceder su sitio a un blanco. Empezó su lucha contra el apartheid insistiendo en que la resistencia al poder tendría que hacerse de manera no violenta. El desafío al gobierno del Transvaal duró siete años: miles de indios fueron encarcelados, azotados y fusilados por rehusarse a cumplir la ley que los obligaba a registrarse.
De vuelta a la India en 1915, empieza a luchar por la independencia y la libertad de su pueblo. La marcha de la sal es uno de los momentos más emblemáticos. Gandhi caminó 385 kilómetros para coger un puñado de arena para convertirla en sal, como protesta contra el impuesto sobre este condimento de Gran Bretaña. Seguido por una multitud, consiguió que la escena se repitiera de manera espontánea en muchas partes del país.
El 14 de agosto de 1947, Gandhi cumplió el sueño de ver su India independiente. Pero pudo celebrarlo poco tiempo. El 30 de enero de 1948, el joven Nathuram Godse lo asesinaba por defender los derechos de los musulmanes y por exigir que se pagara a Paquistán a los 550 millones de rupias que habían sido acordados por la partición de la India.
El crimen conmocionó al mundo entero, que volcó en la figura de Gandhi la imagen del mayor pacifista de la historia. Sus cenizas, echadas al río Ganges, dejaban atrás un camino largo, persiguiendo la libertad.
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