3 feb 2008

La bruxa de Cangas Maria Soliña, La iglesia y la santa Inquisión

Plasmo en este medio la foto del monolito de Cangas en plena playa y mirando de lleno al espacio abierto de la Ria de vigo, que dicen es donde la Bruxa María Soliño hacía sus conjuros por las noches, permanece atento como atenta está la Iglesia en sus asuntos terrenales.


MARÍA SOLIÑA


En la más profunda miseria ; Una casa arrastra la leyenda de María Soliño, la "bruja y meiga" gallega más famosa, y de las "cuatro cosas extrañas" por las que la condenó la Inquisión: la tierra, el serrín, el rosario y salir sola por la noche...
No queda ninguna huella física de María Soliña pero a pesar de esto la supuesta bruja de Cangas permanece en la memoria popular por su triste historia.
Su padre y su marido, ambos marineros murieron víctimas de la piratería turca. Sola y desamparada, ya de anciana mendigó por los caminos y se llegó a decir de ella que era bruja hasta caer en las garras del terrible tribunal del Santo Oficio.
Se llegó a afirmar que tenía tratos carnales con el demonio, por lo que fue torturada hasta que confesó ser todo de lo que era acusada.Falleció poco después y sus restos fueron enterrados lejos de ámbito sagrado, por lo que no se sabe nada de donde yace su cuerpo.
Esta meiga ha sido y es tan popular, que el poeta gallego Celso Emilio Ferreiro le dedicó una poesía:

Maria Soliña.Polos camiños de Cangas a voz do vento xemía:ai, que soliña quedache, María Soliña.As ondas do mar de Cangas acebos ecos traían:ai, que soliña quedache, María Soliña.As guaivotas sobre Cangas soños de medo tecían:ai, que soliña quedache, María Soliña.Baixo os tellados de Cangas anda un terror de agua fría:ai, que soliña quedache, María Soliña.

Entre 1619 e 1628 numerosas mujeres de Cangas fueron juzgadas por el Tribunal del Santo Oficio (Inquisición) por supuesta "bruxería". Hoy en día sabemos que aquellas desgraciadas, que acabaron confesando atrocidades a la fuerza de espantosos tormentos, fueron en realidad víctimas de una invención de los inquisidores. La "caza de bruxas" estuvo directamente provocada por el empobrecimiento general que siguió la invasión turca de 1617. La pequeña nobleza vio descender sus rentas de hecho alarmante, por lo que busco por todo los medios los recursos necesarios para mantener su nivel de vida.
La Inquisición, integrada casi exclusivamente por miembros de este grupo social, fue un eficaz medio para logra su propósito.
El objetivo primordial era arrebatar a ciertas personas sus "derechos de presentación" en capillas y feligresías. Consistía este derecho en que los sucesores del fundador de una iglesia podían proponer su titular cuando quedase vacante, y a su vez participar de los beneficios que aquélla generase. Para disimular su reprobable propósito, mezclaron algunas que si los poseían con otras que eran "pobres de solemnidad". Muchas de ellas se encontraban totalmente desamparadas, por haber quedado viudas tras los tristes sucesos de 1617.
Este fue el caso de la más famosa de las supuestas "meigas" de Cangas, o por lo menos la que más trascendió de su tiempo, inmortalizada en cantares como el que dice: "Ay que soliña quedaches, María, María Soliña". Esta cantiga parece indicarnos que las gentes la recordaron, mas que como maléfica y perniciosa bruja, como una pobre y desgraciadísima mujer, reflejo de todos los sufrimientos del pueblo.
María Soliña, poseedora de derechos de presentación en Aldán y Moaña, entro en las cárceles secretas de la Inquisición en 1621. Todo el proceso fue dirigido a demostrar que esta inofensiva mujer gozaba de poderes demoníacos, capaces de provocar incontables males, y que entregara su alma al diablo. Pero fueron las propias confesiones de María Soliña, provocadas por el suplicio, las que llegaron a rozar el paroxismo. Aseguro ser bruja desde hacía más de 20 años, y haber realizado actos nefandos con el demonio durante largo tiempo, el cual se le aparecía en forma de hombre.
Y mientras esto declaraba, María Soliña suplicaba clemencia al Tribunal y proclamaba su arrepentimiento, pues aseguraba que jamás renegara de corazón de Nuestro Señor, sino sólo de palabra. Todo esto revela la desesperación anímica de esta mujer, como consecuencia de una terrible tortura física y psicológica. El 23 de enero de 1622 llego por fin la sentencia. Fue condenada con una confiscación de bienes, debiendo llevar el hábito penitencial durante medio año. No sabemos se llego a cumplir toda la pena, pues probablemente su vida no duro mucho mas. Las secuelas físicas del tormento no podían dejar de notarse en una mujer de 70 años de edad. Su acta de defunción aun no ha sido encontrada. Tal vez algún día descubramos donde reposan sus castigados restos.
Esto es una historia , pero es la historia de la vida, las clases más pudientes siempre acaban haciendo el mundo como quieren y haciendo que todos piensen lo que a ellos le interesa, mezclan fe, con intereses materiales, ya lo decían alto y claro los Sofistas.

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