No por mucha tardar era menos deseado, la gravedad del hacer de los políticos de todo género y especie blindados por sus intereses de nueva clase y endogámicos han generado movimientos de nuevo cuño que se dirigen contra la utilización de la política torticeramente, aunque se centra en Italia ,esto no tiene fronteras, todos y todas gritan en contra de las actitudes de la clase dominante o semireyes que sólo producen para su beneficio y ego sumiendo el estado de bienestar en unas cloacas y listas de espera y sociedad de los dos tercios que enrojece a los que tienen sentimientos humanos y equitativos, este movimiento es un grito en el desierto y es la voz de los sin voz que están hartos de los montajes y parodias de los que se llevan los Euros.
Viajan en primera, sueldos y salarios astronómicos, planes de pensiones exclusivos y exclusivistas, sanidad privada, etc. todo ello a costa de todos, ese movimiento deja al descubierto lo que clamorosamente vemos y sabemos, enhorabuena, es hora de terminar con esta clase de políticos que aprovechan el poder para solventar sus vidas privadas a costa de todos.
CONTRA LA POLÍTICA Nace «¡A tomar por culo!», un movimiento italiano para echar a los políticos Promovido por el cómico Beppe Grillo, ha levantado ampollas entre la clase política:
En Italia no se habla de otra cosa y los políticos están bastante preocupados, casi asustados. No es para menos, porque el más fulgurante fenómeno político de los últimos años es un movimiento que se llama, directamente, «¡A tomar por culo!». Los políticos, se entiende. Pero todos, sin excepción. Izquierda, derecha, centro. Borrón y cuenta nueva. El volcánico cómico genovés Beppe Grillo, que lleva años canalizando el hartazgo del italiano corriente ante un país que es un desastre, cristalizó el sábado la desesperación nacional en una convocatoria bautizada 'Vaffanculo day' ('El día de a tomar por culo'). Es decir, el día para gritar por fin a los políticos que se vayan todos a la porra. Resultado: recogió 300.000 firmas en 200 ciudades en una mañana.
Grillo, una especie de Michael Moore italiano, pedía 50.000 firmas para presentar una propuesta de ley con tres medidas: impedir que se presenten a las elecciones políticos con condenas (ahora son el 10%, pero esto en Italia es normal), prohibir que hagan más de dos legislaturas (contra la política como forma de vida) y establecer la elección directa de diputados, sin listas cerradas. Sólo con los dos primeros requisitos, el Congreso pasaría de 630 a 181 diputados.
Sorpresa en los sondeos
Pero lo que sacudió los cimientos de la política es la marea humana movilizada y el cabreo que emana. Según dos encuestas, entre un 23% y un 34% de los italianos querrían a Grillo de primer ministro. Lo más llamativo es que ha crecido fuera de la televisión. Grillo y su 'vaffanculo!' emergen de Internet, otro factor novedoso, y tiene mucho gancho entre los jóvenes.
El fenómeno ha pillado a los partidos descolocados, porque Grillo no se casa con nadie. «¡Yo no quiero hacer un partido, quiero destruirlos, son el cáncer de la democracia, tenemos que volver a apropiarnos de la política!», clamó el sábado en Bolonia, centro de la protesta, en una de sus diatribas. Este 'showman' barbudo y verborreico, vetado en televisión desde que atacó a Craxi en 1987, lleva años recorriendo Italia con sus espectáculos de denuncia. Tiene bastante gracia y siempre llena, aunque su número es simple: sale y despotrica dos horas entre las butacas. Gobierno, oposición, Vaticano, tribunales, teléfonos... no deja títere con cabeza. La gente acude en masa, de forma catártica. Hay puntos de demagogia, pero lo peor es que casi todo lo que dice es verdad. Su alcance se disparó con su 'blog' de batallas civiles, www.beppegrillo.it, que es uno de los diez más visitados del mundo.
La reacción política ha sido dispersa y la prensa bulle de análisis para intentar comprender. Algunos verdes y comunistas defienden a Grillo, al igual que varios ministros, pero otros de su bando le acusan de hacer «antipolítica». En la derecha cunde la misma confusión. Mientras AN y la Liga Norte creen que no debe infravalorarse, los democristianos lo liquidan como «vergonzoso».
Prodi y Berlusconi callan. Tras el revuelo que creó 'La casta', asombroso libro sobre los privilegios de los políticos, es otro síntoma de que la República italiana se desfonda por falta de credibilidad. «El sentimiento antipolítico está degenerando en una deslegitimación general de la política que es muy grave», ha admitido Piero Fassino, líder del DS, primer partido del Gobierno.
Italia siempre ha sido un país peculiar y el Estado que surgió de la posguerra tenía vicios crónicos que estallaron en 1992 en la operación 'Manos Limpias' contra la corrupción. Cayó toda la clase dirigente y pareció el inicio de la soñada regeneración, pero el vacío fue ocupado por un fenómeno llamado Silvio Berlusconi, con los resultados conocidos. Pasados 17 años ahí siguen los mismos y no se ve futuro. Y en esto irrumpe Beppe Grillo: «¡La gente que habla de nuestro futuro tiene 70 años!», gritaba el sábado. Y cosas así son verdades como puños para una clase política que mira para otro lado.
Colpisa
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